Carta un atorrante a su amor valenciano

“Cuanta tinta tendrá mi cuerpo,

cuanto tardaré en desangrarme,

cuanto aguantarán mis ojos sin cerrarse

sabiendo que no le volveré a ver al abrirlos;

para que hacerlo,

si luego no estará.

Quisiera que esa mirada fuera eterna,

poder soñar con ella;

de cuando me desea,

ama, pilla, mata.

Esa mirada que puso,

cuando me sujetaba del brazo para no caer,

mas la tinta en mis muñecas resbalaba,

y las llamas en mi cuerpo nos quemaban.

Usted dolido, yo risueño,

pero ambos llorando en silencio,

desde lo más profundo de nuestra soledad,

en el sótano de nuestra miseria,

con las putas, nuestras hermanas.

Extraño su mirar,

su mirar en mi mira,

siente uno, que el cielo existe y le acompaña”.

Entonces se escuchó el grito de la gitana travesti.

– ¡Ay por Dios Maricarmen! ¡¿Que orterada de pandereta es eso?! Ponle un “extraño nos apretemos a gusto rey, besitos», y un corazon, una fotopolla o una carita feliz; si no se va a asustar. ¿Es que no te enteras alma de cántaro?, si ya sabe que tiene la leche, no va a querer ordeña’ la vaca.
No pixa…, no me llore mi niño, ¿no ve que el consuelo e’ que no hay?

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