I – El relator que no quería serlo
Alguien cree fuertemente que tenemos algo en común.
Has de saber, habrá un momento en el que me iré sin volver, vendrá otro en mi lugar. Finalmente seré el que cree, el que ama; dejaré de ser narrador para ser un personaje que no conoce su protagonismo, aunque mientras pueda contaré esta historia, lo sé.
Has de saber que he visto esa solución visual, es como una puerta abierta de otra forma, que susurra respuestas enigmáticas. Y ahora me desangro…, como las frutas, como los árboles, como el viento en las plumas de las aves.
Has de saber que está ocurriendo ahora lo inesperado pero obvio; soy viejo, estoy cansado y no tengo quien cuide de mí ni de mis huérfanos hijos. Está bien, he caminado con mi cabeza erguida, ejercido mi existencia, disfrutado de mi tiempo.
Las escenas parecen otras imágenes, entiendo que puedo ser lo que quiero ser, sabiéndolo. Reconozco el patrón, ¡está pasando! Los sonidos, las voces, las puertas, el inevitable miedo; todo está cambiando su significante. Solo veo un camino, una puerta, que empieza a obstaculizarse, alejándome cada vez más del camino a ella. Los cuadros torcidos, ya no pueden enderezarse, estoy del otro lado, soy otro, en un lugar diferente.
No olvides lo que he dicho, no olvidaré lo dicho.
Ha sido en verdad, un placer.
Adiós.
«… El corazón camina, heroico, indómito, orgulloso de su masoquismo, pareciera no cansarse de la masacre en la que vive, como si quisiera siempre jugar. Así como él no entiende que ya no es un niño, nosotros no entendemos que no tiene edad; y ninguno parece darse cuenta de su límite…»
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Me haces brotar 🖤