Dejemos en claro que la soledad tiene su mérito. Entender significa soledad, esa es la distancia de seguridad.

No usemos al amor, hay que vivirlo y dejarlo vivir, que no jode a nadie. Recordemos que mucho tuvo que morir para que podamos llegar a ser; y hemos tenido momentos cúlmines en los que supimos y dimos todo, siendo infinitos, plenos, parte armoniosa de un diseño perfecto.

Hemos presenciado la desolada y trágica muerte del amor, tal como lo conocemos.

Hemos visto, almas florecer, cambiar, trasmutar a sólidos y hermosos colores; que tal vez no sean los más bellos, pero si puros y de asombrosas imperfecciones. Tonalidades hechas a medida, cabales, destinadas, encontradas, logradas.

Tú eres una antigua búsqueda, el resultado de un complejo proceso hermético, perfecto e indescriptible. Nuestro cuerpo y sangre oculta un misterio. No pido creas en un ser superior, sino en todas las casualidades que has vivido y causado:

Tú tienes poder. Tu eres poder.

Es mi deber hacerte entender, que sabes más de lo que crees. Hay algo grande en ti.

Tú eres grande.

No te pido que creas, sí te recomiendo que ames incondicionalmente; es hermoso, productivo, saludable y satisfactorio. El amor es infinito, eficiente y eficaz .

No importa ese subnormal engreído no conteste tus llamadas, y cuando tienes un mensaje suyo lo mires durante eternos minutos sin poder responder; aunque tengas los brazos resentidos, te sangren las uñas, te pique la garganta o la nariz. Empatizar con gente equivocada es incómodo y agotador pero educativo; la gramática nos enseña que hay que anteponerse. Y cuando lo hacemos nuestro físico cambia, nuestras ideas, el mirar; sentimos esa llama invisible, calurosa, impertinente, que impulsa nuestro latir y circulación, que nos impulsa.

La vida es una constante persecución, como un gato a un insecto volador; es intensidad. Cuando caemos y nos dirigimos a tocar ese mítico fondo, nuestros sentidos se nulan, y nos transformamos en esclavos de nuestras pasiones tanáticas dejando que nuestro animal reine. Entonces no existe el tiempo, solo la muerte creativa y el deseo; abrazos desesperados en obscuridades que ocultan perdones, necesidades, vértigo, el inmaculado auxilio del amor. En esos momentos límites, podemos reconocer esa llama invisible.

Cierra los ojos, respira y escucha en silencio tu corazón latir; allí está. No intentes atraparla, no intentes aferrarte, no intentes entenderla; sé esa ignición, sé ese grito.

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