«No hay nada de malo en ser y está bien no saber. Existir es un aprendizaje. Se hace feliz siéndolo”.

Darse a entender es una necesidad, debe ocurrir, hacerse existir. Comunicar es un fenómeno sin igual, un acontecimiento insuperable, que a consciencia, nos vuelve poderosos. Las palabras nos hacen creadores, dioses que delimitan parte de la existencia, dándole forma y paso a la misma. Las palabras representan, no son, huelen como acertijos y se muestran como mapas, paradojas, símbolos que refieren ciertos sonidos de asignados significados. Hay que tener cuidado y no dejarse encantar por las maravillas inimaginarias de las posibilidades lingüísticas, pues ese camino no nos permite ver lo infinito de la realidad.

Las letras dibujan lo real representándolo, haciendo de la “nada” un enigma melancólico que habla de lo ausente, nominalizando un vacío y otorgando espacio a lo inexistente, describiendo lo que no es. Gracias a ellas recordamos al “olvido”, su confortable y rigurosa textura; encontramos calidez en “ternura”, un profundo dolor en “mentira” y un angustiante e indeleble pesar en “mentir”. También nos hacen tomar consciencia de un tácito código de conducta pactado tras el término “promesa” y de los hechos desencadenados por el vocablo “consecuencia”. Nos encontramos frente a contratos, juramentos que hacen ver la importancia de la palabra propia, revelando lo más preciado y valioso: la inocencia y fortaleza de la verdad.

La fuerza de de la verdad reside en su invariable consistencia, es como es y punto; el resto son sainetes, coplas, rimas métricas, conventillos y demases fantasías narrativas. La única verdad universal es la razón de lo vivo, lo que es, manteniéndose en ese estado; vivir es la consecuencia de convivir con la verdad de que estamos vivos. Hablamos de algo inevitablemente público y a la vez íntimo, pues atesoramos nuestra verdad y voluntad. Al vivir aceptamos ser con el collage que es la realidad y la lógica presente, manteniendo lo íntimo, lo compartido al “intimar”, nuestro. Intimar con alguien es como pelear o copular, uno se desnuda borrando todo glifo, dejando ese impulso sin nombre, trance animal, ancestral; nos convertimos en un deseo motriz. Se rompe la barrera del ahora, lo que sabemos, por qué y cómo, todo desaparece; en ese momento nos convertimos en la tinta con la que escribimos un imaginario libro ilegible, que suspirando, ocasionalmente recordamos. No es deseo, es algo más, es el estímulo automático con respecto a una certeza. Entonces la intimidad es mostrarse en sapiencia y consciente deficiencia, motivo, razón y derecho. Es ser, en un sentido puramente paralingüístico, dejando solo nuestra defectuosa pero cierta verdad.

La verdad no es la traba de una puerta, la verdad es la puerta abierta, lo que indiscutiblemente es; y es hermoso, en verdad es lo más precioso que he visto. Mientras percibimos la vida, lo real, expandiéndose, disminuyéndose, transformándose, ella se mantiene firmemente erguida, desprotegida e indefensa. Alrededor de su soledad, llueven como paños de seda aterciopelada, fina, oscura, luminosa, colorida; se deslizan sobre todo, bañando, pintando de bordó, azul, violeta, verde, amarillo. Es un espectáculo de tonalidades sólidamente oscuras, hipnóticamente brillantes y esperanzadoras.

Esa es la verdad, el discurso de la vida, un monumento único e irrepetible, motivador, trascendental, suave, delicado, firme y decisivo. Cambiamos inevitablemente al verla, ¡al visualizar la verdad! Entonces todo lo que se opone a esa luz dorada esparciéndose sobre tierra finita, nos parece inhumano, mórbido, un atentado en su contra, contra lo real y la vida. No hay un bien o un mal, está lo que es, y lo que se le opone; lo vivo y lo que no le permite vivir, obstaculizando su naturaleza existencial.

Solo queda por decir, que mas allá de las inolvidables alegrías e intensos dolores tras este tratado, os puedo asegurar que la verdad no tiene peso, pues nos eleva, nos hace libres. Así, agradezco por la verdad, que es lo único que tengo.

Life is a song you get to sing once, sing it well”

2 Comments

  1. Hermano, tus palabras son más sinceras que la sinceridad, y espero encontrar entre líneas frases alentadoras que me afinen el día en resonancia con la honestidad que me recuerda tantas charlas con vos.
    Felicitaciones!!

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