Coloquios báratricos (1ra parte)

Mientras ocurre esto que a veces se asemeja al tiempo, como una serie de hechos consecuentes, el infierno se desarrolla frente y alrededor nuestro. No importa no se vea o sienta, existe la agonía, y es un dolor intenso, constante. Tal es la incesante persistencia de dicho dolor, que da igual vivir o no hacerlo…; es que duele tanto, y a la vez no hay nada. No evocamos la muerte, pero silenciosamente desesperados le dejamos la puerta abierta; con una actitud indiferente.

Así se está en el inframundo, rodeado de ignorancia, envuelto en infinita oscuridad. Allí estuvieron y están; siempre presentes; el inolvidable terror y miedo… . Admito el miedo aquí es moneda corriente y uno llega a acostumbrarse tanto al mismo, que termina apreciando y agradeciendo a quien le produce ese estímulo. Se disfruta tanto eso símil a un latir, que causa desentendimiento y atemporalidad. Esa gota de sudor frío cayendo al lado de nuestro machacado cerebro, que agobiado por tanta información repentina, baraja entre desdichadas y mortíferas posibilidades…

«¿Que es lo peor que podría pasar? ¡¿que es lo peor que podría pasar?!» Dicen los nuevos, en un tonto intento de no perder lo que ya habían perdido en vida. Parecieran no entender dónde están aún.

Aquí, el miedo siempre cumple su promesa, y no estoy jodiendo; a lo que le temas estará en cada despertar, esquina y pensamiento, tatuado en tus párpados, y multiplicado lo verás en tus ojos y reflejos. Como es de predecir, en consecuencia de enfrentar los propios miedos a cada segundo, se cae en cuenta que están basados en el dolor o la muerte; y pues hijo mío, que puede esperar uno en este lugar. En estos pagos, puedes enamorar a alguien así, sabiendo manipular esa adrenalina tan sabrosa que no parece tener sentido…, me recuerda a cuando mi corazón latía.

Los árabes dicen que las cosas no valen por el tiempo que duran, si no por la huella que dejan; quedas advertido entonces:

Cuando leas esto, si por casualidad te parece oír esa voz con la que uno se lee; no mires en esa dirección. Esto es como la historia de la locura, de la del guía del novísimo Isaias; solo basta una mirada para no olvidar. Si te parece ver imágenes extrañas, peces muertos caminando, o susurros animales demandantes, condescendientes o conspiranóicos; solo sigue leyendo, no pares de leer o escribir. No veas en dirección a la voz, no levantes la cabeza; continuar hasta el final es la única salida y manera, de olvidar estas excecrables, enigmáticas pero solidarias palabras.

El infierno no es algo que puedas llegarte a imaginar, porque siempre sera peor… Y tan solo un vistazo, basta para sentirlo una temporada…, que digo temporada, ¡si esto parece una vida!

Como me gusto cuando estoy inspirado, si pudiera, fumando me comería el morro.

Sírvete un vaso de cualquier cosa, prende un cigarrillo de lo que sea, y quedate tranquilo guapetón; que te aseguro no hay mejor sitio para ver esta película, ni lugar dónde escapar.

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