¡Oye tu! ¡esmirriao!

Ser viejo y pobre, debe ser lo peor.

Es cómo verás,

En estas noches os envidio tanto a ustedes

que tenéis la cabeza vacía.

Que celos me dais los que no tenéis criada,

no tenéis que preocuparos por donde os deja las cosas.

Recuerdo mi principal trauma de la infancia,

cuando nos contaron que en la Biblia dice que los ricos no iban al cielo.

Y claro, todos sabíamos que nuestros padres eran ricos;

Menos uno que otro, que tenía una beca.

Es que los de derechas tenemos asignado un lugar en el cielo,

por el simple hecho de ser de derechas”.

El fantasma del rico paseaba,

a veces lastimero,

quejándose del dolor.

De que sus noches toledanas

no son de rollo pareja o dinero,

van más allá.

Y le pregunté, inquirí,

y otras sinónimos al respecto de la interacción

con una intención positiva,

de querer ayudar, de interesarse.

Me dijo que el problema era un meta problema,

una enredadera invisible.

Que no se entendía la forma u origen del malestar;

Había algo mal y no sabía que.

«Eso es imposible» le dije.

Me recosté en el sillón;

él, con una extraña carga invisible,

y unos ojos llenos de una inocencia perversa,

se paseaba de aquí para allá,

con una camiseta militar

y sin ropa interior.

Un fantasma,

perseguido por fantasmas aún más invisibles;

Si…, se puede ser más siempre.

Más miserable,

más retorcido,

más mentiroso,

más amoroso,

más incomprendido.

El fantasma de la conveniencia,

de la miseria, de la pereza,

de la iglesia en su punto más irónico,

del amor podrido y el que se da de favor,

de sonidos raros y espíritus llenos de represión reprimida.

Y sólo quedan…,

quedamos…,

los hombres…,

desnudos en un sillón,

to’cahondos, to’colocaos,

to’ cerdos, to’ guapos,

riéndonos, hablando, o callando.

¡Como si fuéramos importantes!

¡como si fuéramos reyes!

Tocándonos,

esquivando la mirada para no encontrarnos.

“Era el peaje a pagar

Por ese hermoso lugar.

Parece mentira mas no lo es,

Es que tronco es la polla,

Creedme que es la caña,

Es lo mejor que vais a encontrar,

En la pintoresca Malasaña;

Si se puede aquí arde Troya,

De Goya a las montañas,

Pasando las sierras de Soto.

Eso sí, si sacan fotos,

Que no se vean las caras,

Porque pasaran cosas raras,

Y bastante, bastante guarras.«

Os puedo asegurar,

que no es por el cebollón,

pero en toda su soledad,

y peculiar concepto del amor,

se veía tan extrañamente bonito,

una obra de arte definitivamente.

A veces tan agrio,

pero siempre tan dulce.

Solo quería hacer feliz a sus niños,

y verles en gallumbos o tocarles claro está.

Dios, gracias por hacerme como soy,

aún puedo oír las odas, cantos y alabanzas;

que se oyen en los pasillos de las saunas,

en las guarrománticas noches castizas,

que dicen:

«Poesía eres tú,

no es que tenga una razón para quererte,

es que las tengo a todas»

– No conocía la soledad hasta que te conocí, y empece a vivir contigo. Sin embargo, te has ganado mi afecto, y creo fuertemente que te quiero.

– Y lo bien que haces, demuestras tu inteligencia y buen gusto.- dijo el fantasma, que ya no lo parecía; fue cuando entendí, que me había convertido en uno más.

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