Entonces eran dos viajeros,
uno inspiraba calor, ternura,
el otro pasión, aventura;
y el dolor me preguntó
«¿cual de los dos dulzura?».
Respondí al dolor «no importa lo que hagas, nunca te admiraré»
Y no me olvido del que veo sin ver,
pues si pudiera elegir, como tú querría ser.
Creador de atmósferas y vientos…
Cuando cierras los ojos, frunciendo el seño, cominezas a transpirar, con tus manos rompes el silencio; y se puede ver que en realidad adoras hacerlo, en ese sentimiento de querer contar, inventar, o a veces preguntar, sugerir.
Tal vez algún día aprenda a hacerle el amor a la música, y los gemidos serán tan fuertes que romperán el silencio en un instante de gloria eterna.
Lucharé fielmente a mi causa, no me deterndré ni un día hasta encontrar tu secreto, música…
Y si el aire fuese música, fuese notas minúsculas entrando por mis oídos, no tendría ese fervor inconciente de querer retener ciertos sonidos en mi cabeza, ciertas melodías celestiales. Puesto que siempre podría disfrutarlas, no correría desesperadamente detrás de ellas; como un loco, como un diferente, como un preso que busca sin importarle nada, la libertad…
Y cuando te persigo música, como puedo explicarte cuánto eres, NO TE VAYAS POR FAVOR, TE RUEGO NO ME DEJES, COMO PODRE VIVIR SIN TÍ, MI AMOR. Si pudieses entenderme, que me has enamorado, y que siempre te he sido ciegamente fiel… como ha sido esto posible; sin darme cuenta caí en una adicción imposible de superar, mas… no se si quiero dejar esta droga paranormal.
Dios… quien podría decirme… si estoy en el cielo… o en el infierno…
Entonces esto es verdadero,
y por de más duradero,
pues que usted me libera,
y es una emoción verdadera,
que juro que si voy,
si estoy sin tí no estoy.
¡Chan – chan!
(Noches de jazz gitano, por el 2010)