Dicen que la tercera es la vencida,
y fue en mi tercer escape del peligro
a otra potencial pero ya conocida amenaza,
cuando me di cuenta:
“Caigo por los hombres temerarios…,
me gustan los hombres que buscan la muerte,
me generan deseo los hombres
que están a la caza de un destino fatal anunciado.
Me ponen los hombres malos.
Me enamoran los hombres que acechan lo mórbido,
me derriten los hombres que coquetean con el final…”
He notado que me parecen interesantes los hombres,
en especial los que teniendo todo servido,
se ahogan,
buscando su constante e inconscientemente tormento,
comenzar su interminable debacle.
Hay hombres muy majos,
muy ocurrentes,
muy fantasiosos,
muy ególatras, con mucha cabeza,
muy proyectados, muy locos;
y esos son los que más me gustan.
Aquellos tan toscos,
que son tiernos y dulces;
que uno sabe que no sabe, pero sabe.
Tenerlos en mis brazos,
enredados en mis piernas, en mi pecho;
el placer de sentir su cuerpo peludo contra el mío,
su incongruente y gualtrapistica existencia.
Poder abrazar con un brazo su cuello y cabeza,
intentando que las yemas de mis dedos que rondan sus cabellos,
transmitan calor, bienestar;
a ver si puedo hacerle entender
a este hermoso pedazo de gilipollas de alguna manera,
que está viendo cual bizco problemas y soluciones,
que ser hombre no es ser un toro viejo y descarriado.
Por cierto,
me gustan los hombres que parecen toros viejos y descarriados.
Me gustan los hombres que son enigmas,
distantes, cuadros,
misterios sin resolver;
que lo único que esperan es una sonrisa,
un leve cumplido,
un roce o dulce caricia a su rabo;
que lo único que quieren es proyectar sus frustraciones,
traumas, dolencias y falencias.
Me gustan los hombres
que me producen sonrisas y llantos como nadie,
que me hacen sentir como un personaje de novela
mirando al horizonte del desierto,
experimentando la fe, la pasión,
el deseo, la resignación,
y el dolor.
Me gustan los hombres que mandan tanto
que olvido quien soy,
para luego sentirme un niño perdido
que quiere ser un hombre para ser tenido en cuenta.
Me gustan los hombres que contemplan
inexpresiva y deseosamente al abismo,
que saltan a él sintiéndose solos
pero arrastrándote con ellos;
esos hombres que al intentar comprender,
se cae en una trampa movediza,
cada vez más complicada de salir.
Me gustan los hombres que escapan de su pasado,
que se creen y comportan como protagonistas;
sintiéndose tan importantes que no escuchan ni observan,
solo miran y oyen.
Me gustan los hombres que son demasiado para ser reales,
me da curiosidad ver cómo muestran poco a poco la hilacha,
afirmando que tan solo son un intento de redención.
Me gusta cuando conozco a un hombre que me gusta,
nos sonreímos, conocemos, sorprendemos y coqueteamos;
predecir que no va a funcionar, entender como terminará todo…
No hay nada más sexy que un hombre con cicatrices,
que camina sin apuros ni preocupaciones,
hacia su muerte y desasosiego.
– Es que me gustas mogollón, haría cualquier cosa por tí.
– Entonces córtate el pelo, da una impresión como femenina y desalineada.
*BLOQUEAR