No me abandones, 

no me dejes solo.

Solo hay nada,

solo hay olvido.

Te estaba viendo

y de repente te ví,

me dijiste que nos habíamos dejado de ver,

que no ví por un tiempo.

Miradas de ajedrez,

mensajes en la almohada

leen en sangre:

“no me beses más”

Si no puedo besarte más,

no sé que hago en tu vida,

no sé que hago en la vida.

Obsesión, sobredosis física y emocional.

Por más que lo intento,

no puedo ser quien quieres que sea.

Cómo ser,

cuando no sé quien soy.

Lo único que sé,

es que debo perdonarme,

caminar

y ser lógico.

Una amarga amnesia

cargada de un aroma denso a madera y barniz,

anuncia un escalofriante, rotúndo, húmedo

“adiós”.

Una brisa divina sin origen

que se escabulle súbitamente entre mis piernas

me ancla al ahora.

El ahora, que agradable sorpresa, que felicidad tan repentina en medio de esta agonía desesperada causada por haberlo visto..,

no hay nada.

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