La culpa parece asimilarse en el inconsciente de la consecuencia,

como si no existiera,

gracias a la constante manipulación del ego

y sus incomprendidas necesidades orgánico expansivas:

conquistar, crear vida, ser, llegar más allá del triunfo.

La consciencia se descubre y desarrolla,

haciendo lo mejor que puede,

sin que sea lo que debe.

Enterramos nuestros errores,

encadenando al presente el pasado,

amarrando a nuestras sombras sueños gigantes,

sedientos y desconocidos,

pactando una dudosamente deforme felicidad.

Si tan solo pudiera,

no perdonarlo,

no perdonarla,

no perdonarles;

perdonarme,

intentaría hacerme feliz hasta la muerte.

Dejar de suspirar en esos momentos…,

de tragar saliva inoportunamente.

Destruirme de esta inexplicable sátira,

este presente homúnculo.

Hacemos de nuestra historia un ancla,

que arrojamos en lo más profundo

y etéreo de nuestro aliento.

Mejor hagamos de ella alas,

que volando,

nos hagan libres en la verdad.

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