2nda parte: Del querer como deporte de riesgo

¿Control de daño? ¿reducción de riesgos?

El problema de quererle,

era que le provocaba terror

tan solo el imaginario de su traición.

Su engaño, engañarle, sería devastador.

Entonces en el humo entre los besos,

sintió latir una traición,

en espectros de toxinas

y su justa conjunción.

Vivía siendo preso,

de ideales falsos,

lo que no existe

pero sí persiste.

Susurros por lo bajo,

decir sin intención,

epitafios tallados

en representación

de alguien que se fue.

No volverá a bailar,

a escalar árboles,

a sentir el olor a la tierra mojada de noche,

de día, notar la diferencia.

“No te mates, no te mueras,

no te tires, no te muerdas.

Ni por tí, ni por mí.”

La vida afectiva,

es una estructura generativa.

Cabalgamos al agua,

intentamos domar al viento.

Lo hacían en verdad,

y no solo lo hacían,

lo hacían mucho,

de maneras incomprensibles;

se querían.

Por eso es que sentían

el dolor de la confianza,

esa cicatriz de andanza,

que habla de la matanza,

de aquello que apreciamos.

«Lo peor ¿que sería?

¿Que es lo que peor sería?»

Lo que más deseaba

es lo que peor sería:

volver, mas no hay marcha atrás.

No pedía porque no daba,

no daba para pedir;

sabía que hablar sin decir,

era fingir, mentir.

Y de que sirve el mundo sin el alma,

Y de que sirve el mundo, si en el pierdes el alma.

«Lo peor que sería,

¿Qué es lo que peor sería?!

¿Qué es lo que mejor sería?

¿Que debo elegir?»

Estaban tan lejos de lo que eran,

y tan cerca de lo que serían.

Juntos creaban conocimientos,

fusionaban energías,

jugaban a ser,

entregándose incontrolablemente sin salida.

Dicen que el control es una ilusión,

aunque las hay incontrolables.

Empezaron terminando,

siempre tuvieron todo,

nunca tuvieron nada nada,

pero siempre tuvieron todo.

No se trataba de él,

no se se trataba de ninguno,

si no de ellos,

que nunca tuvieron nada,

y siempre tuvieron todo.

Ahora que no estaban juntos,

era momento de seguir adelante.

3ra parte19 de Diciembre (fragmentos)

La solitud se veía muy sola,

sin el humo que la acompañase,

madrugada fría, tosuda,

gloriosa y sepulcral.

La niebla, presagio,

destino difuso,

encontrarse uno mismo,

en una vertiginosa realidad.

Si, lo quiso,

sí, lo quería,

sí se querían,

y le gustaba que se tocaran las piernas de esa manera.

Cambiaron la manera de despedirse,

Fragil y descarada realidad.

Había sido la última vez.

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