Cometer errores no habilita
a futuras equivocaciones,
sin importar el peso
de su desmoralizante reconocimiento.
Darlo todo
es quedarse sin nada;
solo aire y la verdad:
estamos vivos.
No tenemos historias de amor,
somos la historia
del mismo amor
que creo esta existencia.
Al mirar a los ojos,
en cada “te quiero”,
“te amo”, “te extraño”,
está la historia del amor;
no la escribimos,
se escribe a través de nosotros.
Y no es tu ego, no eres tú,
es una energía incomprensible,
es la unión innegable y universal de lo vivo,
más allá del cosmos, del inimaginable total;
es una única verdad
y es el amor quien la expresa.
Lo que sentimos es real,
no necesariamente la realidad;
así como la realidad
puede no ser real.
Es un mundo de maravillas infinitas
y absoluta decadencia,
hipocresía, dolor,
alegría, pasión,
hay una imparable motivación.
Bajo cada fría, gris, prometedora mañana,
hay una pared que transpirando nos detiene;
reclama amor y justicia:
“Haz lo que quieras,
hazte cargo de lo que quieras,
hazte cargo de ti mismo,
¡Joder!
¡Que no abandones tu historia!
Lo bajo que ha caído el mundo,
cuán abajo estoy,
que solo veo las piernas de las personas,
como si hundido en el agua.
Y lo brillante…
lo brillante que puede ser la luz,
en especial cuando es poca.
Enfrenta los fantasmas con mentiras,
mostrarán su verdad,
su razón, su orgullo,
su forma, su piedad.
Pues son solo símbolos, que existen por el poder que les damos.
Quién eres,
qué eres,
por qué,
para qué,
a, ante, bajo, con, contra…,
estúpidas y sensuales preposiciones.
Pero son símbolos, que existen por el poder que les damos”.
El conocimiento es de quien escucha.
La batalla la tiene tiene quien lee.
La victoria es de quien se enfrenta a la pared.
Ama sin miedo,
ámate sin miedos,
de eso se trata esto.
Te quiero.