En los oscuros pasillos

de tus ojos entrecerrados.

En cómo se retuerce la lengua

al pronunciar “remordimiento”.

En condiciones e hipótesis,

en cortos y vacíos

pero simbólicos pasos;

en la textura de las palabras.

En la clave de fa,

en la adolescencia perdida,

en el amor ninguneado,

en la mirada sin sexo.

En interminables malas decisiones,

en las flatulencias,

en las equivocaciones,

en el mareo huérfano.

En las cenizas en la ropa,

en la fortaleza faltante,

en la inocencia robada en los autos,

en la inseguridad.

En esa esquina

donde la luz comienza a ocultarse,

donde termina el centro

y aparece el límite.

En la humedad,

en el espejismo de la felicidad,

en el fuego,

en la música.

En el escenario

en los aplausos,

en el aire,

está el refugio.

De la vida se escapa viviendo.

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