(Para mayor aprovechamiento del escrito, léase con acento español).

Las ganas solo nacen, aparecen,
existían, existen,


se desvanecen.
No dejan alternativa,
nada es lo que parece.

A veces quiero golpear, quemar,
destruir y follar,
asfixiar al abrazar,
fulminar.

Me desespera la falta de opciones,
lo insólito, inaudito,
fraudulento, demencial.
Diferente pero igual,
da igual si bien o mal.
Es para el bien y por el mal.

Dentro de mi hay una revuelta,
una conspiración, una huelga,
exigen equilibrar dentro y fuera.

Mi sangre huele y sabe a tinta,
el alma se enciende, el ser se unifica.
Siento mi destino escribir,
estoy hecho de palabras
que necesitan existir.

Escribo porque estoy hecho de escrituras,
hecho para escribirlas,
para escribir.

Es que quiero morir,
y escribo para resucitar;
recordar, perdonar,
y poder olvidar.

Es para beber menos,
entender y embriagarme mas.
Es buscar un orgasmo duradero,
pues el sexo no es lo que creía
ni el romance algo certero.

Escribo por la soledad y el distanciar.
porque extraño temperaturas, voces.
¡Dios, todo sea por no olvidar!

Escribo porque respiro,
en mis venas circulan letras
efervescentes y desordenadas
que buscan salir, alborotadas.

Escribo porque llueve,
y me hace sentir poderoso.
Porque los campos de trigo son hermosos,
al sol en Londres o Santa Fe.

Escribo por el pan en el horno,
por el viento que suspira
historias a los oídos de los vivos,
por y para el deleite
de nosotros, los perdidos.

Cuando me siento extraviado,
conmovedores glifos marcan el camino,
desnudan las heridas,
mostrándome perfectas desvariantes.
Y lo veo, sé que puedo ganar,
se que puedes ganar,
podemos.

Escribo por el abismo que amaestra mi dolor,
es un enigma que me acerca a tu nombre.
Por lo verosímil de la ilusión,
pues no hay condena ni salvación.

Por el fuego,
por el suelo,
porque puedo
y por consuelo.

Por los sonidos,
lo teatral, lo viceral,
la vida y lo mortal.

Escribo para llevarme la contra;
es que no creo poder.

Escribo porque la vida era un sueño,
y ahora que no estás, una pesadilla.
Y ya no quiero vivir en un sueño, o en una pesadilla;
quiero la vida, y la quiero viva.

Al recibo de esta carta, si no en la casa, en la calle, porque hijo mio, somos y no somos. En la frugalidad de la vida.

Atte.
Martín Miguel Gómez Bustamante/ Barney O’Jid Claddagh

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