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Mr Barney/ Martin M. Gómez Bustamante

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Adónde caerse muerto

«¡Eu! 

¡Vos! 

¡Sí vos! Vení ‘cuchame un ratito.

¡Vení, vení! 

¡Pero vení che! Tranqui que no pasa nada, parezco mala onda pero ni a palo. 

Mira, cuando llegué a Madrid ví un lugar lleno de historias esperando respirar, sentir caricias,  ser contadas; imposible olvidarme de esa época. Tenía treinta y dos, me sentía un pibe; el tiempo me guiñaba un ojo intentando hacerme entender que todo pasa una sola vez y no hay control zeta. A ve’ si no’ entendemo’, yo recién llegado tenía todos los dientes, más grasa, energía, ¡alta pinta!. Entonces estaba tan a pleno que no presté atención y caí re tarde que cada historia era una oportunidad pasajera. ¡No era consciente de lo inconsciente que era! En el momento me dije “ya fue” y le dije mil veces que sí a todo lo que podía. Vivir esas experiencias fue tatuar hermosos cuadros en mi esencia, aunque entender qué significa cada uno después de unos ocho meses, fue heavy. La vida se siente de una manera pero se recuerda de otra ¿me entende’? Ahora veo a esta sociedad como lo que es, como lo que somos: un circo dirigido por hijos de puta sedientos de poder; al pedo, nada te zafa de estirar la pata. ¡todos chorros! Y claro, cuando te caen esas fichas te empezás a llevar la contra, es importante llevarse la contra de vez en cuando, ¡si no es todo siempre lo mismo! Súmale que el miedo al ridículo pasa a chuparte un huevo y pum, ya ta’, sin darte cuenta sos terrible caradura. 

Bueno, la hago corta que me voy por las ramas; vos cualquier cosa cortame o si no se me entende’ cuando hablo decime, que como no hablo con nadie en todo el día modulo como el culo.

Era miércoles en Madrid, las cuatro y algo a eme en una callecita por Malasaña; ¿viste que a esa hora siempre pasan cosas interesantes?  Andaba medio manija, me la había pasado chupando sangría, estaba en cualquiera, hecho percha pero en la mejor ¿me entende’? Puse piloto automático y fui al umbral de donde menos me echan en la zona, para reponerme un rato. Cuando estaba llegando vi a un grupito en sus veinti tempranos hablando a grito pelado. Tenían esas ganas de hablar al pedo que tienen los turistas jóvenes con voces agudas, la risa despreocupadamente alta y la  típica esperanza en el futuro te tenés a esa edad. Cuando me acerqué parecían estar buscando algo en el piso, pasé por al lado haciéndome el sota a ver qué onda y justo una chica de ahí decía que no encontraba no sé qué, ah sí, “la dignidad”. Uno que estaba cerca le dijo en voz baja “es que nou tiene, nou sabei lo que éis”. Al toque se miraron, me miraron y giraron la cabeza para otro lado, se hicieron los re boludos. Sé que soy paranoico, los balcones me lo suelen decir y tampoco soy el centro del mundo, pero era obvio que estaban hablando de mí. Encima cuando pasé por al lado hubo un silencio raro pero me fui y se volvieron a reír. Pensé “ma’ sí, y a mí qué me importa”.  A las dos cuadras  volví y ya se habían ido, así que bien.

Me iba a sentar a descansar, pero antes me puse a ver el suelo buscando…, buscando…, ¿Que estaba buscando? ¿Que estaban  buscando ellos antes? ¿Qué es? Ahí se me cayó la jeta y quedé pasmado, sentí la realidad como una cachetada de esas que te dan de pibito y sacuden todo. A ver, aunque mi memoria sea malísima te juro por mi viejo que no era que “me había olvidado”, en serio no comprendía qué significaba eso que buscaban. Me parecía algo confuso, imposible, una fantasía, una idea muy tirada de los pelos. Al darme cuenta que no tenía ni la menor idea de qué estaba buscando, entendí que era porque no lo tenía. ¡Los pendejos esos estaban buscando mi dignidad! ¡yo no podía buscarla porque como no la tenía, no sabía qué carajo era! She loco culiao ¿no?. No se si alguna vez alguien te explica lo que és tampoco, estaría bueno, podría ser una materia.

No te creas me comí mucho la cabeza, ahí noma’ senté el culo y quedé mosca. Al día siguiente no quería pensar, así que no lo hice, era el deseo de mi impulso natural con el mínimo de razonamiento posible, estaba cansado de todos, de mi cabeza y de mí. El tiempo me tenía tan hinchado las pelotas qué tenía las rodillas paspadas, que queré’ que te diga; tanto que dejé de creer que existe, vivía como si no hubiera futuro. Ese día las personas dejaron de tratarme como a uno más; a mi me dió igual, tampoco me sentía como uno de ellos. Lo loco es que  yo me cagaba de la risa, no por dramático o masoquista si no por lo obvio de la situación, el entrelíneas, la impotencia y para burlarme de la burla. Cuando estoy re jugado, en las últimas o nervioso, me sale reír o silbar; y sí ¡ya fue! ¡pare de sufrir!. Es que imaginate que de repente el mundo entero se pone de acuerdo para mirarte y tratarte como si fueras un sorete mal cagado que larga una baranda horrible y atrae enfermedades, pero es divertido hablar mal de él. Es divertido porque es como matar un zombie, la excusa perfecta; está bien hablar mal de un desperdicio si no sirve para nada, se usó o lo usaron tanto que solo queda lo que no sirve. ¿Sabés que las miradas aún me atraviesan? ¡y menos mal! Lo super agradezco, a la gilada ni cabida. 

Como no hago nada (aunque sobrevivir no es poca cosa) a veces sin darme cuenta medito un poco sobre esto. Total, mi único interés y hábito es solucionar el comer – dormir y mi único sueño es poder hacerlo sin que me interrumpan. Es que no tengo ganas de tener ganas, de conocer o aprender. ¿El amor? Yo que sé, estoy un poco cagado a piñas viste, mirame las manos, no quiero joder a nadie ni que me jodan,

Me paso noches en vela intentando entender por qué a la gente le cae mal mi existencia; no como techo porque no hay y si lo hubiese él me comería a mí aunque esté como Juan Salvador Gaviota. Pa’ colmo que no encuentro techo tampoco parece haber piso disponible, tire donde me tire siempre me molestan diciendo que estoy molestando. ¿Será posible que todo el planeta tierra esté en venta o comprado? A veces sueño que finalmente tengo algo de plata para comprarme un pedazo de suelo, donde puedo dejar mi cuerpo todo lo que quiera hasta cansarme de descansar o hacer la que me pinte. Uno de los sueños más zarpados que tuve fue justo el que tuve al volver a ese portón donde estaban los que buscaban mi dignidad. Se sentía super real, me compraba parte de una vereda con florecitas chiquitas y amarillas en las baldosas, el sol cálido le daba bastante, estaba muy bien. Ahí me echaba una alta siesta donde soñaba algo más flashero todavía:

Caminaba por la calle, como siempre…, 

todo se veía con la luz azul de la madrugada 

que se aclara avisando el amanecer.

Era feliz porque respiraba, era feliz porque vivía de un aire sin sabor pero lleno de vida.

No estaba arrepentido de nada, enojado o dolido, 

no me sentía prisionero de lo onírico, orgásmico o hedonista. 

Sentí algo muy interno, como un hueso, una vértebra moverse de lugar,

elevando uno de mis hemisferios y poniéndolo a la altura del otro,

equilibrándome. 

No me sentía ni más ni menos que nada, 

sino parte lógica y necesaria de todo.

Sentí la chispa de la confianza en uno mismo, 

encender una calidez reconfortante 

que me permitía escuchar mi voz otra vez; 

porque escucharse es muy importante, ¿sabes? 

¿Me estás escuchando, no? Ok, sigo.

Cerré los ojos y volví a ver dentro de mi cabeza

luego de tantos años, mi espacio mental de intimidad, 

empapelados rotos, papeles garabateados y pisados en un suelo húmedo. 

Abrí los ojos y entendí más allá de las palabras. 

¡Volvía a orientarme! ¡Lo hacía sin dudar!

Mis padres estarían tan orgullosos de mí.

Soñé que confiaba por las calles de Tirso de Molina, 

confiar ya no era una pesadilla. 

Ya no me ofrecían hachís o esas cosas que se huelen,

sino sonrisas con abrazos largos, poesías de canciones, cuentos,

¡hasta me invitaban a bailar sin ese tonto miedo al levante!

Soñé que no estaba en la rueda, 

que no era malo por haberme equivocado. 

El peso de mis errores y malas decisiones soltaban mis hombros, 

y luego de tantos años dejaba de sentirme mal por el pasado.

Al liberarme de esas penas, 

sentía que avanzaba firme con cuerpo y alma 

con ese cosquilleo en la ingle que nos da al hamacarnos. 

Ya no existía solo un presente encadenado al pasado, 

había un futuro que podía lograr, que lograba, 

del cual yo era responsable.

Soltando el pasado

pude ver el futuro.

Aunque el calor sea recuerdo

y el frío sea olvido,

si no sabes, te digo,

que ninguno perdona.

 Bueno flaco, no te la vuelo más, gracias por darme bola, me sorprendiste la verdad, pero ¿viste que te dije que no hay que tener miedo a hacer el ridículo? Y encima me hiciste acordar a mí familia, que groso; es que hace tanto que no los veo, que perdí la cuenta, para mí siguen siendo cinco.

Por cierto, los vecinos no existen, están en tu mente, y créeme, ellos no asistirán a tu funeral, aunque sí tal vez a tu cumpleaños. Me dijeron que te diga eso.

Dalo todo, en tu casa si tenés o en la calle, dalo todo, si lo das todo nunca te vas a llevar una decepción. Es que aunque el dolor del arrepentimiento encadene, acordate de este proverbio hebreos: «sólo no seas un pelotudo». 

Mejor tomatelas que ya estoy diciendo boludeces. ¿Cómo terminaba el sueño?
Me dí el lujo de caminar super lento subiendo por la calle de San Hermenegildo, hasta toparme con la calle de San Dimas, ahí doblé para encontrarme con una pared que leía grande dentro de un corazón “RESPIRA”. Tomé aire y levanté la mirada al cielo, la mano de una mujer anciana bajó de las nubes, me recogió para llevarme a la desgracia de la realidad, pero mostrándome la belleza de la certeza en ella. Tenía la calidez, las  marcas, la forma…, era la mano de mi madre; fue cuando estuve envuelto en ella, que finalmente oí silencio. Desperté soñando que finalmente se habían callado todos» .

Se escucha un hombre del balcón del 5to.

  • ¡A ver si la cortais de una vez chavales!

Se oye la voz de otro hombre desde el balcón del 3ro.

  • Madre mía, madre mía. Esta es la gota que rebalsó el vaso. 

Agrega con naturalidad una persona desde el balcón del 4to. 

  • ‘Pos esto acabará, como acaba todo.

«¡Rajemooooooooo!» .

En el espíritu está tallado el destino,

palabras que aguardan ser pronunciadas.

En los pulmones, manos,

en los ojos, en el aroma a tiempo.

~

Lo que existe fue creado por algo existente.

Lo que es y se mueve es incontrolable.

Lo creado crea por naturaleza.

Crear se lleva en la *sangre.

~

La vida se genera, el amor regenera,

el odio infecta carcomiendo;

la desconfianza y el orgullo,

construyen aduanas.

~

Medianoche teatral de fina soledad,

la música vive en la fosa de la orquesta.

¿Como negarse?

Nuestro destino es bailar.

~

El viento sonríe inocente y alocadamente,

Invita a cantar con él,

a sonrojarse como Virginia Otis.

Nuestro destino es cantar.

~

Palabras se deslizan

por el interior y el exterior.

Cada pulso es al ritmo de su compás,

sabiendo eso, intenta tocar.

~

Nuestro destino es contar,

es sentir,

es sonreír,

es llorar,

es amar.

Cuenta conmigo.

~

Por qué detenerse

frente a un sino imaginario,

en constante metafomorfosis,

guerra y paz.

~

Nefastos, maravillosos,

certeros y solubles errores nos esperan;

manotazos de ahogado,

mentiras desesperadas.

~

Ni las aduanas,

ni los miedos,

ni la infelicidad,

ni el destino,

nos detendrán.

~

Sólo tú puedes contra tí,

sólo yo puedo contra mi.

Juntos,

nadie puede con nosotros .

~

No existe la libertad

ni la valentía,

nunca fuiste un cobarde,

no eres un esclavo.

~

No expresamos

hasta que sangramos;

así se nos pasan los siglos,

contando finales.

~

Todos somos responsables,

nadie tiene la culpa.

Tal vez todo esté escrito,

pero te aseguro que no todo está dicho.

~

Si el destino de las aves

es volar libres,

¿de quién depende

que el pájaro viva?

_______

*Sangre (def. de autor):

Podemos crear palabras, pueden ser lo que queramos o creamos, así se crean mundos dentro de mundos. Considero que la sangre es una parte de un ser vivo, que es un ser vivo, pero no en su totalidad conocida.

*Gracias, de corazón, a mis padres, por enseñarme lo brillante, obtuso e incuestionable que es amar.

*Gracias a mí hermano del alma, Lucas Pérez, alias el Rulo O’Claddagh. Por su incuestionable amistad, apoyo, paciencia y ocurrente sentido del humor. A toda la familia Claddagh.

*Grambién a mí profesor de geografía de la escuela primaria, (QEPD), por hacerme entender que de mi depende que el pájaro viva, y por hacerme bajar la escalera tirándome de la oreja. Ese día aprendí muchas cosas.

El placer de morderse,

moverse el diente flojo;

átomo masoquista de carbono

que pareciera curar al dañar,

seducir sin mirar.

Voy hacia el matadero,

donde solo estamos 

mi propósito en esta vida y yo:

hacerle callar de una vez,
hacerles callar de una vez,
hacerme callar de una vez.

No sé cuándo fue la primera,

tampoco la cantidad de veces 

que dije esto:

ni al pensar siento intimidad o privacidad.

Es como si estuviera 

desnudo todo el tiempo,

sin entender mi cuerpo,

juzgado por seres de dudosa existencia.

Son lo primero que oigo al despertar

y lo último que escucho antes de dormir:

voces conocidas hablando 

de lo que pienso y hago.

Mi atención siempre está

en intentar entender lo que dicen.

Finjo recordar que es la paz y el silencio,

en este teatro cuyo telón nunca baja.

Mi cabeza comenzó a percibir sin notarlo

sus propias creaciones como reales, 

fundiendo lo verídico con lo inexistente,

difuminando el límite de la verdad y lo no cierto.

Nunca más fui consciente 

del límite de mi producción imaginaria,

percibiendo dichas fantasías

como parte de lo auténtico.

Deje de generar de adentro hacia afuera,

de escucharme,

de creer,

de ser yo.

Luego del enigmático bautizo en Fuencarral

y de esa inquietante noche en Marqués de Vadillo,

comenzaron las casualidades,

las rosas empezaron a ser negras.

La realidad me parece terrible

aunque conmovedora,

porque las tablas están húmedas,

y soy una bailarina sin pasado ni zapatillas.

No volveré pues no hay atrás 

en esta partida que parece perdida.

Al menos pude entender

que jugamos para jugar.

La vergüenza nos hace humanos,

también mentirnos tan bien…

¡Es que hiciste de todo menos controlarte Josefina,

y así no se puede ni salir a la calle!

– Como extraño su voz y ese corazón de caballito de mar

¿Adónde se ha ido el público?

Solo veo perchas, injusticia

y personas sin ojos sosteniendo tarjetas

SIEMPRE.

Ahora no sé que hacer,

todas las opciones me dan miedo,

todas las opciones me dan tristeza…

Mejor ser feliz en el olvido.

¡No! ¡En el olvido no puedo verla!

Menos mal que la llevo en el corazón…

Estamos lejos y no la puedo ver crecer,

pero sé que nos seguimos queriendo.

Es el mismo sólido amor,

como la locura que carga su tío.

No como las zapatillas rotas con las que ya no puede bailar,

no como los lentes rotos de su abuela con cinta adhesiva con los que no podía ver.

Díganle que no se preocupe,

le conseguirá buenas zapatillas

para danzar a su alma de cántaro.

Las cuidará por ella para que nunca se rompan

y siempre que quiera pueda bailar.

El no poseer interés alguno le daba ese andar despreocupado, de «no sé qué y qué se yo». Sin embargo su interior desbordaba de pensamientos cubiertos por una inconsciente vergüenza causada por el ridículo cotidiano debido a su falta de conocimiento respecto a la dignidad. Encontraba su preciado silencio en seductoras caminatas nocturnas sin rumbo, una en la cual un club un tanto oscuro, húmedo y extrañamente familiar se hizo ver en el laberinto arado de estrellas. ¡Perros tocaban jazz! ¡deberían haber visto qué espectáculo más pintoresco y cómo se daban maña! El pastor alemán con su lengua afuera asentía al ritmo con sus garras en el bajo, el bulldog de patas cortas mantenía los ojos cerrados, concentrado en la percusión y por último un galgo con mucho ritmo estilístico corporal en la guitarra.

Pasó la puerta saludando a todos con un familiar “guau” mientras caminaba a la barra para preguntar el precio del vermú, pero al toparse con una alocada y beoda jauría que bebía tequila cambio rumbo al baño. Entró sonriente, borracho de emoción, simpatía mas se frenó en seco, su garganta se cerró y el corazón se le contrajo…, porque lo que sentimos es real y al verle lo sintió y entendió…, vio al amor. Era una perra salchicha callejera, ciega, amorosa y pedigüeña como ella sola; costaba pasearla porque a pesar de chocarse contra todo y caerse en cada bache, no dejaba de tirar hacia donde se le cantaba la regalada gana. Estaba adolorida, su pancita tetona sangraba constantemente, deshaciéndose, desconociéndose, al escribir allí una historia con ese rojo borgoña. Con su patita mojaba la pluma que usaba para escribir este relato:

“Un día ví a la persona que quiero de esa manera incuestionable, llorar y me dolió profundamente, entonces ví a su hija llorar y me partió el corazón, a su vez ví a la hija de su hija llorar, tenía sus cabellos su sonrisa, y los ojos de un hombre que la hacía sonreír y doler, me destrozó el corazón al recordarme lo que es la inocencia de querer a alguien inquebrantablemente. El peor dolor es el ajeno, de alguien que se quiere inquebrantablemente”

Sus ojos vidriados de abuela Sabina miraron tras sus aceitunados lentes, en ladridos le dijo:

“Entender que hay personas que arrojan elementos dañinos al suelo y por eso caminan con calzado, es perder la inocencia. Conocer el dolor es perder la inocencia; por eso he decidido esconderme en el baño, para que solo aquellos que me buscan me encuentren”. Al verla así pero con temple sereno, le preguntó si lloraba, le respondió que sí lo hacía, pero sola y en silencio como todo el mundo. A lo que agregó acercándose con una temerosa alegría compasiva, “al fin y al cabo, no tengo nada interesante que decir” para luego lamer su conmovido rostro.

Tomaron unos mezcales en el baño; luego largos abrazos, risas y llantos, lograron entrar nuevamente en armonía con este universo tan sublime, cruel, poético y pedagógico. 

(Dedicado a la vida y al glorioso acto primo que haya desencadenado su imparable creación.

Puedes matar a la vida, pero no puedes detenerla.

Todo lo vivo, es lo que llaman Dios

También dedicado a mi vecino, que en amaneceres de caña de azúcar ha reinstaurado mi fe en tener fe; gracias por tu tácita amista).

El verbo nace en la lengua

y pasa al plano existencial

gracias al cuerpo.

§

La lengua busca otra lengua con alevosía,

premeditación, lujuria, lascivia,

naturalidad, deseo, magnetismo,

inocencia, sigilo, entrega.

§

La lengua con complicidad,

intensidad, salvajismo, memoria,

determinación, empatía, enajenación,

química, emoción.

§

La lengua con algarabía,

ceguera, olvido, dedicación,

entendimiento, gusto, valor,

trascendencia.

§

La lengua que se hace humo,

se hace tierra,

se hace hierba.

§

La lengua se hace humo,

se hace tierra,

se hace hierba,

se hace luz.

§

La lengua se hace humo,

se hace tierra,

se hace hierba,

se hace luz,

se hace guerra;

una guerra que no vamos a perder.

La esencia del error

yace en la falda del malentendido,

y es al dolor,

a quien lo incomprendido acaricia.

§

Desearía nunca te pase,

no conozcas la incertidumbre de la confusión,

el desastre natural,

el sin sentido.

§

Soy un profesional de la vida,

no se nada pero aún respiro,

lo que muestra determinación.

¿Cuándo empieza la entrevista y cuándo termina?

§

Mi peor defecto

sería yo,

la máquina de cometer errores,

la máquina de humo.

§

Soy mi peor enemigo,

dejé de tener fe

en posibilidades,

en todo y todos.

§

Fue la conciencia de la muerte,

la realidad del abuso,

esas injusticias inevitables.

Pies y manos para qué las tengo.

§

Qué desgracia para un orador,

no poder orar.

El dolor del bardo,

que no tiene lengua con qué hablar.

§

La desdicha del clérigo,

que reza sin confiar.

Una tragedia la del narrador,

que no tiene historias para contar.

Y es que es así,

no hay peor pecado que no pecar.

§

Vivir es lo mejor

que nos puede pasar,

lamento no poder decirte la razón,

es que no tiene sentido.

§

Como el aislado y palpitante

cantar de las aves

a las 3 de la mañana de este jueves,

que enternece y acompaña mi espíritu.

§

Mientras los vivos creen,

los muertos carecen de voz.

He tomado una decisión,

no hablaré más solo.

Soy el error madre,

mi naturaleza equívoca

hizo me encerrara con bajo llave 

y la tire al vacío.

§

Lo hice ansiosa

segura de que mejoraría

la situación en ese momento.

No sabía si estaba equivocada.

§

El sol salía,

a pesar de no estar lista

fui una con el silencio

y el olvido.

§

Con el corazón desolado

observé al amanecer 

volverse irreal,

hipotético.

Nunca más sería la misma

y él nunca más sería el mismo.

§

Sigue estando el suceso,

las imagenes, los sonidos,

la física, el instinto de la vida.

Pero alguien o algo había desaparecido junto con la llave.

§

La ardiente fe,

el sabor, 

la combustión,

la voz.

§

El astro rey enmudeció.

ahora solo hace acto de presencia,

empecé a notarlo lleno

de palabras impronunciables,

§

Es que no sabe cómo decirme,

que sí estaba equivocado.

¡Desgracia en el alba!

Esperanza en el ocaso…

§

Los bancos en los parques

miran con desdén mi mecánico 

aunque empoderado caminar

hacia un olvido carente de calor.

Siempe me asombro al verlo.

§

Oí claramente piar de aves,

cantos, ladridos, maullidos

y a esos sonidos que hacen los humanos,

complotar mentiras.

§

Una tras otra,

tras otra,

tras otra,

otra….

Y aún me pregunto

¿para quién serán las mentiras?

§

Ahi fue cuando vi al olvido

ocultarse resignado

para no volver a salir.

mientras se acariciaba solo el rostro,

Entonces una hoguera se extinguía.

§

Duele el cambio, 

aunque jamás seamos los mismos,

mientras estemos vivos

hay una manera de seguir adelante.

*Mοναξιά, (/monajiá/)

ανακούφιση, (/anakúfizi/)

πόνος. (/pónos/)

§
§
* Palabras tomadas del riego moderno, significando en orden "soledad", "alivio" y "dolor". 


«Él era quien tenía la luz, a veces iluminaba lugares que no debían ser iluminados, otras miraba inmóvil, moribundo y esperanzado las escenas, como cuadros desde la oscuridad de la sombras, día tras día. 

Era una noche calurosa de brisa cautivadora, él registró un desconocido olor que decidió seguir para descifrar; a medida la fragancia se hacía más intensa podía divisar sus matices y tonalidades. Siguiendo el rastro aromático sintió lo que le parecía el singular y confuso olor a lo incomprendido, luego al temor que se le tiene al amor, después a intercambios diferentes pero equivalentes, también al hecho inevitable de vivir, de cambiar. Siguió hasta finalmente encontrar al responsable de esas sensaciones, era una bestia que descansaba.
La bestia dormía para despertar, descamisada y encorsetada, sonreía de a ratos,  hiperventilaba; gritaba en sueños lo que ocasionalmente le hacía despertarse llorando pero volvía a descansar entre sollozos. Al verla sufrir cíclicamente en su descanso tuvo la intención de socorrerla, pero no le pareció prudente despertar a una bestia. Ella soñaba lo común y aleatorio de los sueños: no equivocarse, caminar por la calle con un ramo de flores perfumadas, conocer a alguien que le haga sentir esa armonía y regocijo tal que lleva a los animales a querer lamer al otro. No tenía ojos y se mantenía en reposo, por lo que no podía distinguir con certeza lo que imaginaba, sus sueños,lo real y lo importante.

Cuando comenzó a alejarse para seguir la guardia, la bestia murmuró por lo bajo, dormida o despierta:

<“No importa lo que importe, los dibujos en tu sangre siempre te recordarán quién eres. La llave, el límite.> .

A veces la veía, otras soñaba con ella, en ocasiones sentía que él era ella. Ya no sabe si despertarla, si despertarse, si despertarte, si soñar o ser el sueño.

Esto es lo que sentí, lo que ví, lo que viví «.

Ese es el registro de los acontecimientos de la guardia nocturna, buenos días y buenas noches, ha concluido mi última ronda. Esto terminó al momento de empezar, solo esperaba pacientemente el momento justo para poder mostrar mis dientes.

BItácora guardia nocturna. 

Lavapiés, Madrid, España.. 

29/10/19.

En honor a la memoria de Carlos Celdrán, un gran amigo y artista de corazón.

Ví al diablo en sus ojos.

En ese ritual que aprendemos de a dos, trance ancestral, danza carnal de poder
innombrable, esa vez las intenciones y deseos se cruzaron e invocamos algo desconocido.
Advertí un dulce, enigmático aroma a jazmines y azufre, pero cuando sentí sus manos más
firmes de lo habitual fue que ví…, ví al diablo en sus ojos. El brillo de los mismos distraían
de sus barrocas alas, dramáticos cuernos y sonrisa sagaz, pícara, resentida por un audaz
ingenio.
En sus ojos no noté esa esperanza que da la vida, solo una sólida y vacía profundidad
flameante, proyectándose, susurrando melindrosa e inentendiblemente. El entorno se vio
cubierto de una niebla grisácea y brillante, que danzaba galantemente invitando a hacerlo.
Sin darme cuenta me vi girando, riendo como nunca, sintiendo cosas que nunca había
sentido, y haciendo cosas que…., que nunca hubiera hecho… ¿Tendrán límite las trampas
del ego?
El diablo es finito, acaba cuando empieza el amor propio, es humo que quiere nuestro aire,
es oro falso; su única esperanza, es que te rindas.
Bailé hasta desvanecerme, desperté en mi cama sintiéndome increíblemente bien pero
rodeado de plumas, “que extraño, no recuerdo haber volado anoche” pensé, limpiando mis
cuernos.

Ver la hora se encontraba más allá del placer y la satisfacción, le producía una profunda
alegría, un regocijo sublime hacerlo. El abismo por el cual caía no parecía tener fondo, pero
sentía tocar la mano de un ángel al mirar el reloj. Había una convicción única, algo sólido,
inquebrantable, indiscutible sobre qué apoyarse. Existía una verdad universal, un hecho
seguramente cierto, como el gusto sentido al quitarse la ropa en la intimidad o el consistente
e hipnótico silencio que dejan las chicharras en el viento y las olas del mar.
La vida era una ácida vorágine que imparablemente destruía sin piedad toda certeza frente
a sus ojos, mas ahí estaban esos firmes segundos de terciopelo dorado…. Como hojas,
como hijos, como dioses, como esclavos, como joyas, como aves con el ala rota, como
códigos, como la sal más exquisita. Irónicamente su escape de la realidad era lo único real:
el tiempo; por ello se había vuelto “alarmhólico”, programaba constantes alarmas que le
recordaban mirarlo. Y ahí estaba siempre, dulce, confiado, palpable pero volátil; desnudo,
espumoso, temporal, eterno. Suspiraba de alivio…, pronto ese momento como todos,
pasaría, solo había que esperar pacientemente, la excusa perfecta para fumarse un
cigarrillo.

Este texto no alienta o promueve bajo ningún punto de vista el nocivo y adictivo hábito de fumar, es solo la perspectiva de un adicto al tabaco. Por tí mismo, por la gente que te quiere, y por la que no te quiere (así te tienen que aguantar más años), fuma menos porfis. Gracias, te quiero.

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