Autor

Mr Barney/ Martin M. Gómez Bustamante

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La luz que entra por la ventana

me dice qué necesito para vivir.

Aunque no haya luz ni ventanas,

necesitamos ser.

El espacio físico, 

que rompemos, ocupamos,

trascendencia temporal

de un deseo.

No necesitamos máscaras,

botellas vacías,

cuentos de hojas en blanco.

¿Adónde vas cuando miras el horizonte?

Somos recuerdos,

somos olvido,

somos perdón,

somos un límite.

Las necesidades 

encubren una necesidad.

Mira más allá del jardín seco,

hay majestuosas montañas.

El sudor envuelve el cuerpo,

los ojos esconden intenciones,

las manos, decisiones.

Pero siempre manda el corazón.

Eterna subasta,

laberinto de conveniencias,

quién puede juzgar,

si esto es supervivencia.

Quién puede entender,

lo que estando vivo cambia,

lo que es siempre pura ansia.

Quién puede leer la vida a primera vista.

El mismo espacio que ejercemos,

lo que somos,

es lo que en verdad necesitamos,

somos nuestra única necesidad.

La emisión del sonido producido por el frote de una pua y un vinilo.

Hubo alguien, un impulso, un movimiento, movido a su vez por otra fuerza ajena, no sé, imagino. Entonces las celestiales notas van apareciendo, sinfonías astronómicas.  El sonido, el movimiento, el aire y la vida, empezaron a sonar. Y todo comenzó, haciendo saber de alguna manera que terminara. La tristeza apaga mi cuerpo al pensar la simple  imagen de la música llegando a su fin, desvaneciéndose.

¿Pero quién puso el tocadiscos?

Me dijeron que el sol había extendido su mano, y había acariciado el silencio, transformándolo en movimiento. Yo les creí.

Otros hombres me dijeron que alguien creó el trueno, que festeje el tiempo con cuidado, que todo podía ser todo.

Luego oí que alguien había creado todo, y había enviado a su hijo a contárnoslo.

Hay personas que me dicen que nada importa, solo el olvido y el gusto.

Todo me hace acordar a un niño y su pequeña prima, que  tirándose el pelo, le exigen al otro que suelte primero, sin lograrlo.

Lo único que sé, es que desde que tengo uso de razón escucho un tocadiscos…

Dicen que la tercera es la vencida,

y fue en mi tercer escape del peligro

a otra potencial pero ya conocida amenaza,

cuando me di cuenta:

“Caigo por los hombres temerarios…,

me gustan los hombres que buscan la muerte,

me generan deseo los hombres

que están a la caza de un destino fatal anunciado.

Me ponen los hombres malos.

Me enamoran los hombres que acechan lo mórbido,

me derriten los hombres que coquetean con el final…”

He notado que me parecen interesantes los hombres,

en especial los que teniendo todo servido,

se ahogan,

buscando su constante e inconscientemente tormento,

comenzar su interminable debacle.

Hay hombres muy majos,

muy ocurrentes,

muy fantasiosos,

muy ególatras, con mucha cabeza,

muy proyectados, muy locos;

y esos son los que más me gustan.

Aquellos tan toscos,

que son tiernos y dulces;

que uno sabe que no sabe, pero sabe.

Tenerlos en mis brazos,

enredados en mis piernas, en mi pecho;

el placer de sentir su cuerpo peludo contra el mío,

su incongruente y gualtrapistica existencia.

Poder abrazar con un brazo su cuello y cabeza,

intentando que las yemas de mis dedos que rondan sus cabellos,

transmitan calor, bienestar;

a ver si puedo hacerle entender

a este hermoso pedazo de gilipollas de alguna manera,

que está viendo cual bizco problemas y soluciones,

que ser hombre no es ser un toro viejo y descarriado.

Por cierto,

me gustan los hombres que parecen toros viejos y descarriados.

Me gustan los hombres que son enigmas,

distantes, cuadros,

misterios sin resolver;

que lo único que esperan es una sonrisa,

un leve cumplido,

un roce o dulce caricia a su rabo;

que lo único que quieren es proyectar sus frustraciones,

traumas, dolencias y falencias.

Me gustan los hombres

que me producen sonrisas y llantos como nadie,

que me hacen sentir como un personaje de novela

mirando al horizonte del desierto,

experimentando la fe, la pasión,

el deseo, la resignación,

y el dolor.

Me gustan los hombres que mandan tanto

que olvido quien soy,

para luego sentirme un niño perdido

que quiere ser un hombre para ser tenido en cuenta.

Me gustan los hombres que contemplan

inexpresiva y deseosamente al abismo,

que saltan a él sintiéndose solos

pero arrastrándote con ellos;

esos hombres que al intentar comprender,

se cae en una trampa movediza,

cada vez más complicada de salir.

Me gustan los hombres que escapan de su pasado,

que se creen y comportan como protagonistas;

sintiéndose tan importantes que no escuchan ni observan,

solo miran y oyen.

Me gustan los hombres que son demasiado para ser reales,

me da curiosidad ver cómo muestran poco a poco la hilacha,

afirmando que tan solo son un intento de redención.

Me gusta cuando conozco a un hombre que me gusta,

nos sonreímos, conocemos, sorprendemos y coqueteamos;

predecir que no va a funcionar, entender como terminará todo…

No hay nada más sexy que un hombre con cicatrices,

que camina sin apuros ni preocupaciones,

hacia su muerte y desasosiego.

– Es que me gustas mogollón, haría cualquier cosa por tí.

– Entonces córtate el pelo, da una impresión como femenina y desalineada.

*BLOQUEAR

“Solo es así,

la historia del amor.

Amor es no amar,

es vivir sin vengarse.”

La inocencia de los animales,

hace que no toque el suelo,

dónde claramente,

espera una trampa.

Entonces quiero,

sé,

soy,

hago.

Pero comprendo,

creo

y elijo,

el camino.

Solo es así,

no miro a los ojos cuando me hablan,

sino a la boca,

donde las palabras nacen.

No sé por qué.

No duermo contigo,

para que puedas descansar tranquilo,

para no descansar tranquilo,

para temer en paz.

No sé por qué.

Hacer sin  querer,

eso es un misterio de la fe.

¡Ay de mis escritos perdidos!

¡pobres mis citas olvidadas!

Las aves están en huelga,

ya no cantan,

no amanecen.

Iré a despertarlas.

En tu cuello se encontraron 

el óxido del metal,

el aroma de tu piel,

y ese perfume.

Dos palomas se encontraron en tu cuello.

  • Dímelo – le dijo una paloma a la otra que se escondió bajo su ala – ¡dímelo!- insistió aleteando.
  • Si te lo digo me olvidarás, como el príncipe Iván olvidó a Elena La Sabia.

Las aves se deshacen en mensajes, papeles, letras, en humo entre besos donde laten traiciones, mas no se saben los traidores. En espectros de toxinas, imaginación libertina, en susurros por lo bajo que hablan sin intención, siendo solo el epitafios de una falsa ambición.

En la esquina de tu cuello el viento suspiraba, cantaban fantasmas:
“No te mates, no te mueras, no te tires, no te muerdas, ni por tí, ni por mí”

Una gran bocanada de aire a la vuelta de tu cuello me hizo sentir que estaba vivo, que era un adulto recién nacido a quien su clavícula le causaba vértigo. Entendí que en tu cuello la realidad es diferente, entendí y visualicé todo; la evolución de la médula ósea a través de milenios para desarrollar la maquinaria de hueso y sangre que somos, que soy. Todo lo que había tenido que pasar para haber podido llegar ahí, a tu cuello.

  • ¿Cual es tu veneno?
  • Mi veneno eres tú.

El descanso del descanso,

la sonrisa de la felicidad,

la mueca de la picardía,

lo anormal en el sentido común.

La cabeza como telar,

araña sigilosa,

depredador incontrolable,

inentendido, imparable.

Cuán ciegos tenemos que estar

para ciertas decisiones tomar,

romper límites para encontrarse

recordar para olvidarse.



He dicho que no,

he dicho que sí,

he sido el error,

por fin ya no importa.



Toquemos el cielo,

seamos reyes,

seamos polvo,

seamos posible,

seamos razón.



El óxido del metal, se mezcla con el aroma de tu piel, y ese perfume…, que me dificulta ver la verdad.

Una cicatriz,

el dolor de la confianza,

habla de la matanza

de aquello que esperamos.

¿Que es lo que peor sería?

Volver atrás,

lo que más deseamos,

y lo que peor sería,

no hay marcha atrás.

¿De que te sirve el mundo

si en él pierdes tu alma?



Es que, 

al final,

sigues estando tú,

aunque ya no estés.

Solo y sin tierra me encontré, lejos aún de mis sueños, confundido y asustado. No entendía cómo era posible querer acercarme a un lugar durante tantos años y estar a una distancia aún mayor.
Los pensamientos son telarañas tejidas en la tormenta, formateados por el contexto temporal. 

Rodeado de recuerdos, noté que ese era mi destino, ser un recuerdo, y no estaba siendo el que quería ser. Mi pecho se achicharra como la grasa al fuego cuando pienso en ello…, ser un recuerdo ¡qué honor tan terrorífico! ¡que peso! ¿Cómo puedo asimilarlo? Mi ser alerta que se transformará en una memoria, y asustado abraza al olvido; pero no somos olvido, somos presente. El tiempo es una paradoja, lo único certero sin serlo; ni el pasado ni el futuro son reales, solo el presente.

Como puedo lograr ser el cambio que quiero sin miedo al rechazo, al fracaso, al olvido, ¡sin miedos! Es mi deber pintar el cuadro que las personas mirarán al recordarme.

¿De eso se trata la vida? Pues sí mijo, de ser quien eres aunque no lo logres.

No sueñes, haz.

Olvídate del tiempo, porque el tiempo te olvidará. 

Sé ahora, es lo único que hay.

Trasnochar agotado.

La fina línea de la puerta,

que deja ver lo desconocido.

Otra vez.

Dormir sin sueño.

Despertar,

parecer hacerlo,

elegirlo.

Politoxicomanía afectiva,

palpable, húmeda, olorosa.

Andares obligados,

estructuralmente cuestionados.

Imaginación limitada,

fuera de control;

un templo

ahora un parque de atracciones.

Vergüenza absurda,

indiscreta,

constante,

que remuerde.

Sucio y desagradable engaño.

Insoportables,

inadecuados,

insolentes:

miedo, terror, pánico.

Muros, escombros.

Restos de pedazos

rotos, destruidos,

deshechos, triturados.

Montañas,

rocas,

arena,

desierto.

Lo que se echa a perder,

lo hace en una pequeña parte

que deteriora todo el resto.

Hay miradas que se echan a perder.

La presencia o ausencia

de la paz y la esperanza,

nos hacen seguir adelante.

Hay una realidad,

en la que el silencio es la victoria.

Importa que caigas,

más que te sigas levantando.

El esperanzador cantar de las aves,

el suave rugido de las olas,

el insomne susurrar del viento,

el motivador chispear del fuego.

Barre lo de afuera,

exorciza lo de adentro,

muestra la verdad,

donde yace la humanidad.

Donde está esa voz interna,

que recita los pensamientos,

las alegrías y los lamentos,

planes, sentimientos.

Esa voz debe ser mas alta,

que las fantasías destructoras,

No hay nada que perder,

solo la victoria de las horas.

Pensar lo que quieres pensar,

decir lo que quieres decir,

hacer lo que quieras hacer.

solo se gana ser uno mismo.

El miedo a la libertad,

a las fantasías que creamos,

para no ver la realidad,

de lo que en verdad amamos.

Lo que no te haces a ti mismo,

tampoco se lo hagas a los demás.

Errores masoquistas,

culpables, dolorosos.

Entender el instinto,

Serlo,

creer en él

y pensarlo.

Oigo las puertas abrirse,

las pisadas en el techo,

retumban en mi pecho,

que siente morirse.

Sí, lo hice,

creí ver la salida,

y era una caída.

Ahora otra vez, al punto de partida.

El corazón palpita,

incansable, emocionado,

con el fin último de parar

sin dejar nada.

¡Oh código desconocido del sueño eterno!

En un estado moribundo

ví en lo que creía sus brazos

dibujos de trazos blancos

sobre el azul de un mar profundo.

Mensajes en diferentes formas,

amaneceres violáceos, alquímicos.

La muerte y la vida nos reclama,

Vivir nos exige cambiar

vivir nos exige necesitar.

Cuestiona la funcionalidad

enfrentala con cabeza y corazón.

Hay piedad si hay humanidad,

¡Oh magia,expresiva y visceral!

real y sublime belleza,

ser en la ausencia de dudas.

Escucha tu voz

sobre todas las otras;

porque ella morira contigo,

mientras las otras irán o no a tu funeral.

Se tú,

no varios en la duda,

en esa armonía helénica

que los vivos ejecutamos naturalmente.

Deformar lo puro,

es cubrirse de tiempo perdido,

imposibilitando oirse,

olvidando, perdiéndose.

Es menester escucharse,

para ser felices,

lo mejor que podemos ser,

nuestra mejor versión.

Venga ‘mijo,

¡¿que cosa pasa?!

Arriba ese animo,

quiérete un poquito.

Entonces eran dos viajeros,
uno inspiraba calor, ternura,
el otro pasión, aventura;
y el dolor me preguntó
«¿cual de los dos dulzura?».

Respondí al dolor «no importa lo que hagas, nunca te admiraré»

Y no me olvido del que veo sin ver,
pues si pudiera elegir, como tú querría ser.
Creador de atmósferas y vientos…

Cuando cierras los ojos, frunciendo el seño, cominezas a transpirar, con tus manos rompes el silencio; y se puede ver que en realidad adoras hacerlo, en ese sentimiento de querer contar, inventar, o a veces preguntar, sugerir.
Tal vez algún día aprenda a hacerle el amor a la música, y los gemidos serán tan fuertes que romperán el silencio en un instante de gloria eterna.

Lucharé fielmente a mi causa, no me deterndré ni un día hasta encontrar tu secreto, música…

Y si el aire fuese música, fuese notas minúsculas entrando por mis oídos, no tendría ese fervor inconciente de querer retener ciertos sonidos en mi cabeza, ciertas melodías celestiales. Puesto que siempre podría disfrutarlas, no correría desesperadamente detrás de ellas; como un loco, como un diferente, como un preso que busca sin importarle nada, la libertad…
Y cuando te persigo música, como puedo explicarte cuánto eres, NO TE VAYAS POR FAVOR, TE RUEGO NO ME DEJES, COMO PODRE VIVIR SIN TÍ, MI AMOR. Si pudieses entenderme, que me has enamorado, y que siempre te he sido ciegamente fiel… como ha sido esto posible; sin darme cuenta caí en una adicción imposible de superar, mas… no se si quiero dejar esta droga paranormal.
Dios… quien podría decirme… si estoy en el cielo… o en el infierno…

Entonces esto es verdadero,
y por de más duradero,
pues que usted me libera,
y es una emoción verdadera,
que juro que si voy,
si estoy sin tí no estoy.
¡Chan – chan!

(Noches de jazz gitano, por el 2010)

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