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Mr Barney/ Martin M. Gómez Bustamante

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Silbido huérfano,

lágrimas de fuego,

campanas,

paloma blanca solitaria.

Piedras frías

en el abrumante y místico calor

de Santiago de Compostela.

El cuerpo tiembla rebelde y esporádicamente.

Dios,

madre,

padre,

hermanos.

Humo en la oscuridad,

voces de memorias,

juicios falsos,

promesas temblorosas.

El dolor del pasado,

el peso del presente,

la traición de un futuro,

que deseoso se desvanece.

Los girasoles dándole la espalda al sol,

el alimento como limosna

para la soledad del alma.

Un fantasmal y descuidado susurro:

“por favor, perdón, gracias”

Busco esperanza,

mas no se cómo encontrar lo desconocido.

No hay nadie en la habitación,

solo mis errores y yo.

Esto nace desde una perspectiva de mucho calor, dolor y ruido, pero con la fuerza e inocencia de un niño bailando en un autobús.

Alineaba el deseo con mentiras para que la realidad le sea mas apetecible; notaba extrañeza en sus movimientos, cómo caminaba, miraba, comunicaba, lo que le hacía dudar lo que era… ¿un monstruo? Sabía que había cambiado bastante, que había sido una zorra con sentimientos pues ¿cómo es que mentía por si acaso? ¡¿y alguien me puede decir por qué fumaba tan compulsivamente?¡ Como si cada segundo que pasara fuese una derrota, un deber que no pudiese cumplir; como si quisiera hacer algo con su vida. 

Se orientaba a la búsqueda de lo inestable, a las tormentas de viento, disfrutaba como le convertían en un asterisco. En un punto de su vida había elegido no ver más, no sentía esa alegría de vivir que nos motiva a abrir los ojos y mover nuestro cuerpo; a celebrar sol, luna, fuego, viento, tierra, agua, a respirar.
Había visto la verdad y no podía despegarsela de la cabeza: la vida como algo naturalmente frágil pero solidamente inquebrantable. El acontecimiento incontrolable. In

Entendía sin saber, por lo que no se apenaba ni quejaba, porque no quería ser el lamento, si no la fortaleza del verbo. 

El verbo…, lo único que era cierto, y lo que le mantenía en pie.

No lo pensó, se levantó y se fué; no quería formar parte de la realidad en la que estaba, y nada iba a cambiar, por lo que lo mejor era irse ¡Y se fue, sorprendido! Como si una fuerza interna escondida cogiese los mandos de su cuerpo, ¿sería un robot de la razón ahora? No importaba, lo importante, es que esta vez, se había ido a dormir.

El cuerpo convulsiona,

se sacude incontrolablemente,

un sonido agudo crece,

abrazamos la tormenta.

No podría confesarme,

tardaría demasiado tiempo,

tiempo que necesito

para descifrar la verdad.

Inimaginable verdad,

incontrolable deseo,

engaño, traición,

belleza, desesperación.

No hay olvido 

para el sabor del mensaje,

del instinto salvaje.

Fuego en la boca..

Lo fácil es tan difícil,

romper una cadena de pensamientos,

desligarla emocionalmente,

seguir sin mirar atrás.

Sentir el calor,

pensar  el dolor,

estar aún;

seguir en un recuerdo.

Arde olvidar,

duele dejar,

pedir por favor,

rogar, suplicar.

Se desmorona todo,

tan agria, suavemente,

ocurre el ocurrir,

el ahora.

Verlo,

reaccionar

frente a lo inevitable.

Tiempo despiadado, indomable.

El frío tan caliente que entumece,

el calor que suda.

La sonrisa y las cicatrices muestran,

más lo hace cómo miramos.

El peligro,

la ausencia,

la única realidad,

lo que vive y lo que no.

Dejarse morir

es otra manera de matarse.

Olvidar olvidar,

olvidar perdonar.

Avanzar retrocediendo,

el brillo incoloro en la oscuridad de las pupilas,

el pensamiento de no volverte a tocar.

La contradicción tiene nombre, el tuyo.

La luz que entra por la ventana

me dice qué necesito para vivir.

Aunque no haya luz ni ventanas,

necesitamos ser.

El espacio físico, 

que rompemos, ocupamos,

trascendencia temporal

de un deseo.

No necesitamos máscaras,

botellas vacías,

cuentos de hojas en blanco.

¿Adónde vas cuando miras el horizonte?

Somos recuerdos,

somos olvido,

somos perdón,

somos un límite.

Las necesidades 

encubren una necesidad.

Mira más allá del jardín seco,

hay majestuosas montañas.

El sudor envuelve el cuerpo,

los ojos esconden intenciones,

las manos, decisiones.

Pero siempre manda el corazón.

Eterna subasta,

laberinto de conveniencias,

quién puede juzgar,

si esto es supervivencia.

Quién puede entender,

lo que estando vivo cambia,

lo que es siempre pura ansia.

Quién puede leer la vida a primera vista.

El mismo espacio que ejercemos,

lo que somos,

es lo que en verdad necesitamos,

somos nuestra única necesidad.

La emisión del sonido producido por el frote de una pua y un vinilo.

Hubo alguien, un impulso, un movimiento, movido a su vez por otra fuerza ajena, no sé, imagino. Entonces las celestiales notas van apareciendo, sinfonías astronómicas.  El sonido, el movimiento, el aire y la vida, empezaron a sonar. Y todo comenzó, haciendo saber de alguna manera que terminara. La tristeza apaga mi cuerpo al pensar la simple  imagen de la música llegando a su fin, desvaneciéndose.

¿Pero quién puso el tocadiscos?

Me dijeron que el sol había extendido su mano, y había acariciado el silencio, transformándolo en movimiento. Yo les creí.

Otros hombres me dijeron que alguien creó el trueno, que festeje el tiempo con cuidado, que todo podía ser todo.

Luego oí que alguien había creado todo, y había enviado a su hijo a contárnoslo.

Hay personas que me dicen que nada importa, solo el olvido y el gusto.

Todo me hace acordar a un niño y su pequeña prima, que  tirándose el pelo, le exigen al otro que suelte primero, sin lograrlo.

Lo único que sé, es que desde que tengo uso de razón escucho un tocadiscos…

Dicen que la tercera es la vencida,

y fue en mi tercer escape del peligro

a otra potencial pero ya conocida amenaza,

cuando me di cuenta:

“Caigo por los hombres temerarios…,

me gustan los hombres que buscan la muerte,

me generan deseo los hombres

que están a la caza de un destino fatal anunciado.

Me ponen los hombres malos.

Me enamoran los hombres que acechan lo mórbido,

me derriten los hombres que coquetean con el final…”

He notado que me parecen interesantes los hombres,

en especial los que teniendo todo servido,

se ahogan,

buscando su constante e inconscientemente tormento,

comenzar su interminable debacle.

Hay hombres muy majos,

muy ocurrentes,

muy fantasiosos,

muy ególatras, con mucha cabeza,

muy proyectados, muy locos;

y esos son los que más me gustan.

Aquellos tan toscos,

que son tiernos y dulces;

que uno sabe que no sabe, pero sabe.

Tenerlos en mis brazos,

enredados en mis piernas, en mi pecho;

el placer de sentir su cuerpo peludo contra el mío,

su incongruente y gualtrapistica existencia.

Poder abrazar con un brazo su cuello y cabeza,

intentando que las yemas de mis dedos que rondan sus cabellos,

transmitan calor, bienestar;

a ver si puedo hacerle entender

a este hermoso pedazo de gilipollas de alguna manera,

que está viendo cual bizco problemas y soluciones,

que ser hombre no es ser un toro viejo y descarriado.

Por cierto,

me gustan los hombres que parecen toros viejos y descarriados.

Me gustan los hombres que son enigmas,

distantes, cuadros,

misterios sin resolver;

que lo único que esperan es una sonrisa,

un leve cumplido,

un roce o dulce caricia a su rabo;

que lo único que quieren es proyectar sus frustraciones,

traumas, dolencias y falencias.

Me gustan los hombres

que me producen sonrisas y llantos como nadie,

que me hacen sentir como un personaje de novela

mirando al horizonte del desierto,

experimentando la fe, la pasión,

el deseo, la resignación,

y el dolor.

Me gustan los hombres que mandan tanto

que olvido quien soy,

para luego sentirme un niño perdido

que quiere ser un hombre para ser tenido en cuenta.

Me gustan los hombres que contemplan

inexpresiva y deseosamente al abismo,

que saltan a él sintiéndose solos

pero arrastrándote con ellos;

esos hombres que al intentar comprender,

se cae en una trampa movediza,

cada vez más complicada de salir.

Me gustan los hombres que escapan de su pasado,

que se creen y comportan como protagonistas;

sintiéndose tan importantes que no escuchan ni observan,

solo miran y oyen.

Me gustan los hombres que son demasiado para ser reales,

me da curiosidad ver cómo muestran poco a poco la hilacha,

afirmando que tan solo son un intento de redención.

Me gusta cuando conozco a un hombre que me gusta,

nos sonreímos, conocemos, sorprendemos y coqueteamos;

predecir que no va a funcionar, entender como terminará todo…

No hay nada más sexy que un hombre con cicatrices,

que camina sin apuros ni preocupaciones,

hacia su muerte y desasosiego.

– Es que me gustas mogollón, haría cualquier cosa por tí.

– Entonces córtate el pelo, da una impresión como femenina y desalineada.

*BLOQUEAR

“Solo es así,

la historia del amor.

Amor es no amar,

es vivir sin vengarse.”

La inocencia de los animales,

hace que no toque el suelo,

dónde claramente,

espera una trampa.

Entonces quiero,

sé,

soy,

hago.

Pero comprendo,

creo

y elijo,

el camino.

Solo es así,

no miro a los ojos cuando me hablan,

sino a la boca,

donde las palabras nacen.

No sé por qué.

No duermo contigo,

para que puedas descansar tranquilo,

para no descansar tranquilo,

para temer en paz.

No sé por qué.

Hacer sin  querer,

eso es un misterio de la fe.

¡Ay de mis escritos perdidos!

¡pobres mis citas olvidadas!

Las aves están en huelga,

ya no cantan,

no amanecen.

Iré a despertarlas.

En tu cuello se encontraron 

el óxido del metal,

el aroma de tu piel,

y ese perfume.

Dos palomas se encontraron en tu cuello.

  • Dímelo – le dijo una paloma a la otra que se escondió bajo su ala – ¡dímelo!- insistió aleteando.
  • Si te lo digo me olvidarás, como el príncipe Iván olvidó a Elena La Sabia.

Las aves se deshacen en mensajes, papeles, letras, en humo entre besos donde laten traiciones, mas no se saben los traidores. En espectros de toxinas, imaginación libertina, en susurros por lo bajo que hablan sin intención, siendo solo el epitafios de una falsa ambición.

En la esquina de tu cuello el viento suspiraba, cantaban fantasmas:
“No te mates, no te mueras, no te tires, no te muerdas, ni por tí, ni por mí”

Una gran bocanada de aire a la vuelta de tu cuello me hizo sentir que estaba vivo, que era un adulto recién nacido a quien su clavícula le causaba vértigo. Entendí que en tu cuello la realidad es diferente, entendí y visualicé todo; la evolución de la médula ósea a través de milenios para desarrollar la maquinaria de hueso y sangre que somos, que soy. Todo lo que había tenido que pasar para haber podido llegar ahí, a tu cuello.

  • ¿Cual es tu veneno?
  • Mi veneno eres tú.

El descanso del descanso,

la sonrisa de la felicidad,

la mueca de la picardía,

lo anormal en el sentido común.

La cabeza como telar,

araña sigilosa,

depredador incontrolable,

inentendido, imparable.

Cuán ciegos tenemos que estar

para ciertas decisiones tomar,

romper límites para encontrarse

recordar para olvidarse.



He dicho que no,

he dicho que sí,

he sido el error,

por fin ya no importa.



Toquemos el cielo,

seamos reyes,

seamos polvo,

seamos posible,

seamos razón.



El óxido del metal, se mezcla con el aroma de tu piel, y ese perfume…, que me dificulta ver la verdad.

Una cicatriz,

el dolor de la confianza,

habla de la matanza

de aquello que esperamos.

¿Que es lo que peor sería?

Volver atrás,

lo que más deseamos,

y lo que peor sería,

no hay marcha atrás.

¿De que te sirve el mundo

si en él pierdes tu alma?



Es que, 

al final,

sigues estando tú,

aunque ya no estés.

Solo y sin tierra me encontré, lejos aún de mis sueños, confundido y asustado. No entendía cómo era posible querer acercarme a un lugar durante tantos años y estar a una distancia aún mayor.
Los pensamientos son telarañas tejidas en la tormenta, formateados por el contexto temporal. 

Rodeado de recuerdos, noté que ese era mi destino, ser un recuerdo, y no estaba siendo el que quería ser. Mi pecho se achicharra como la grasa al fuego cuando pienso en ello…, ser un recuerdo ¡qué honor tan terrorífico! ¡que peso! ¿Cómo puedo asimilarlo? Mi ser alerta que se transformará en una memoria, y asustado abraza al olvido; pero no somos olvido, somos presente. El tiempo es una paradoja, lo único certero sin serlo; ni el pasado ni el futuro son reales, solo el presente.

Como puedo lograr ser el cambio que quiero sin miedo al rechazo, al fracaso, al olvido, ¡sin miedos! Es mi deber pintar el cuadro que las personas mirarán al recordarme.

¿De eso se trata la vida? Pues sí mijo, de ser quien eres aunque no lo logres.

No sueñes, haz.

Olvídate del tiempo, porque el tiempo te olvidará. 

Sé ahora, es lo único que hay.

Trasnochar agotado.

La fina línea de la puerta,

que deja ver lo desconocido.

Otra vez.

Dormir sin sueño.

Despertar,

parecer hacerlo,

elegirlo.

Politoxicomanía afectiva,

palpable, húmeda, olorosa.

Andares obligados,

estructuralmente cuestionados.

Imaginación limitada,

fuera de control;

un templo

ahora un parque de atracciones.

Vergüenza absurda,

indiscreta,

constante,

que remuerde.

Sucio y desagradable engaño.

Insoportables,

inadecuados,

insolentes:

miedo, terror, pánico.

Muros, escombros.

Restos de pedazos

rotos, destruidos,

deshechos, triturados.

Montañas,

rocas,

arena,

desierto.

Lo que se echa a perder,

lo hace en una pequeña parte

que deteriora todo el resto.

Hay miradas que se echan a perder.

La presencia o ausencia

de la paz y la esperanza,

nos hacen seguir adelante.

Hay una realidad,

en la que el silencio es la victoria.

Importa que caigas,

más que te sigas levantando.

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