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Mr Barney/ Martin M. Gómez Bustamante

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«No hay nada de malo en ser y está bien no saber. Existir es un aprendizaje. Se hace feliz siéndolo”.

Darse a entender es una necesidad, debe ocurrir, hacerse existir. Comunicar es un fenómeno sin igual, un acontecimiento insuperable, que a consciencia, nos vuelve poderosos. Las palabras nos hacen creadores, dioses que delimitan parte de la existencia, dándole forma y paso a la misma. Las palabras representan, no son, huelen como acertijos y se muestran como mapas, paradojas, símbolos que refieren ciertos sonidos de asignados significados. Hay que tener cuidado y no dejarse encantar por las maravillas inimaginarias de las posibilidades lingüísticas, pues ese camino no nos permite ver lo infinito de la realidad.

Las letras dibujan lo real representándolo, haciendo de la “nada” un enigma melancólico que habla de lo ausente, nominalizando un vacío y otorgando espacio a lo inexistente, describiendo lo que no es. Gracias a ellas recordamos al “olvido”, su confortable y rigurosa textura; encontramos calidez en “ternura”, un profundo dolor en “mentira” y un angustiante e indeleble pesar en “mentir”. También nos hacen tomar consciencia de un tácito código de conducta pactado tras el término “promesa” y de los hechos desencadenados por el vocablo “consecuencia”. Nos encontramos frente a contratos, juramentos que hacen ver la importancia de la palabra propia, revelando lo más preciado y valioso: la inocencia y fortaleza de la verdad.

La fuerza de de la verdad reside en su invariable consistencia, es como es y punto; el resto son sainetes, coplas, rimas métricas, conventillos y demases fantasías narrativas. La única verdad universal es la razón de lo vivo, lo que es, manteniéndose en ese estado; vivir es la consecuencia de convivir con la verdad de que estamos vivos. Hablamos de algo inevitablemente público y a la vez íntimo, pues atesoramos nuestra verdad y voluntad. Al vivir aceptamos ser con el collage que es la realidad y la lógica presente, manteniendo lo íntimo, lo compartido al “intimar”, nuestro. Intimar con alguien es como pelear o copular, uno se desnuda borrando todo glifo, dejando ese impulso sin nombre, trance animal, ancestral; nos convertimos en un deseo motriz. Se rompe la barrera del ahora, lo que sabemos, por qué y cómo, todo desaparece; en ese momento nos convertimos en la tinta con la que escribimos un imaginario libro ilegible, que suspirando, ocasionalmente recordamos. No es deseo, es algo más, es el estímulo automático con respecto a una certeza. Entonces la intimidad es mostrarse en sapiencia y consciente deficiencia, motivo, razón y derecho. Es ser, en un sentido puramente paralingüístico, dejando solo nuestra defectuosa pero cierta verdad.

La verdad no es la traba de una puerta, la verdad es la puerta abierta, lo que indiscutiblemente es; y es hermoso, en verdad es lo más precioso que he visto. Mientras percibimos la vida, lo real, expandiéndose, disminuyéndose, transformándose, ella se mantiene firmemente erguida, desprotegida e indefensa. Alrededor de su soledad, llueven como paños de seda aterciopelada, fina, oscura, luminosa, colorida; se deslizan sobre todo, bañando, pintando de bordó, azul, violeta, verde, amarillo. Es un espectáculo de tonalidades sólidamente oscuras, hipnóticamente brillantes y esperanzadoras.

Esa es la verdad, el discurso de la vida, un monumento único e irrepetible, motivador, trascendental, suave, delicado, firme y decisivo. Cambiamos inevitablemente al verla, ¡al visualizar la verdad! Entonces todo lo que se opone a esa luz dorada esparciéndose sobre tierra finita, nos parece inhumano, mórbido, un atentado en su contra, contra lo real y la vida. No hay un bien o un mal, está lo que es, y lo que se le opone; lo vivo y lo que no le permite vivir, obstaculizando su naturaleza existencial.

Solo queda por decir, que mas allá de las inolvidables alegrías e intensos dolores tras este tratado, os puedo asegurar que la verdad no tiene peso, pues nos eleva, nos hace libres. Así, agradezco por la verdad, que es lo único que tengo.

Life is a song you get to sing once, sing it well”

Dejemos en claro que la soledad tiene su mérito. Entender significa soledad, esa es la distancia de seguridad.

No usemos al amor, hay que vivirlo y dejarlo vivir, que no jode a nadie. Recordemos que mucho tuvo que morir para que podamos llegar a ser; y hemos tenido momentos cúlmines en los que supimos y dimos todo, siendo infinitos, plenos, parte armoniosa de un diseño perfecto.

Hemos presenciado la desolada y trágica muerte del amor, tal como lo conocemos.

Hemos visto, almas florecer, cambiar, trasmutar a sólidos y hermosos colores; que tal vez no sean los más bellos, pero si puros y de asombrosas imperfecciones. Tonalidades hechas a medida, cabales, destinadas, encontradas, logradas.

Tú eres una antigua búsqueda, el resultado de un complejo proceso hermético, perfecto e indescriptible. Nuestro cuerpo y sangre oculta un misterio. No pido creas en un ser superior, sino en todas las casualidades que has vivido y causado:

Tú tienes poder. Tu eres poder.

Es mi deber hacerte entender, que sabes más de lo que crees. Hay algo grande en ti.

Tú eres grande.

No te pido que creas, sí te recomiendo que ames incondicionalmente; es hermoso, productivo, saludable y satisfactorio. El amor es infinito, eficiente y eficaz .

No importa ese subnormal engreído no conteste tus llamadas, y cuando tienes un mensaje suyo lo mires durante eternos minutos sin poder responder; aunque tengas los brazos resentidos, te sangren las uñas, te pique la garganta o la nariz. Empatizar con gente equivocada es incómodo y agotador pero educativo; la gramática nos enseña que hay que anteponerse. Y cuando lo hacemos nuestro físico cambia, nuestras ideas, el mirar; sentimos esa llama invisible, calurosa, impertinente, que impulsa nuestro latir y circulación, que nos impulsa.

La vida es una constante persecución, como un gato a un insecto volador; es intensidad. Cuando caemos y nos dirigimos a tocar ese mítico fondo, nuestros sentidos se nulan, y nos transformamos en esclavos de nuestras pasiones tanáticas dejando que nuestro animal reine. Entonces no existe el tiempo, solo la muerte creativa y el deseo; abrazos desesperados en obscuridades que ocultan perdones, necesidades, vértigo, el inmaculado auxilio del amor. En esos momentos límites, podemos reconocer esa llama invisible.

Cierra los ojos, respira y escucha en silencio tu corazón latir; allí está. No intentes atraparla, no intentes aferrarte, no intentes entenderla; sé esa ignición, sé ese grito.

Parte I: “Te vas a acordar de mí”

Era un inquieto y burlón personaje, al que no llamaremos demonio para no darle esa fuerza ni condena, estaba completamente alerta, riendo y ahogándose en múltiples posibilidades; en ese absurdo juego de galantería victoriosa que uno tiene de vez en cuando consigo mismo. Mostraba un infierno absurdo, vendiéndolo desvergonzada y lujuriosamente. A pesar de ser encantadoramente devastador, su inevitable y decadente incomodidad, generaba un notable rechazo.

Al verlo, se veían lejanas historias,

puertas cerrándose fugazmente

sin previo aviso;

coches parten,

barcos zarpan,

los límites desaparecen,

todo ocurre por y para la carne.

Falócratas edonistas,

culos hipnóticos,

sugerentes y absurdas marcas dominan,

delimitando el imaginario de la ropa.

«Te vas a acordar de mí»,

un susurro, una voz,

brisa de memoria,

envolviendo fantasmagóricamente un ser

en un manto oscuro,

no había más que ese momento.

Saliva en el cuerpo,

ojos reclamando,

exigiendo imperativamente eterna devoción,

ser mirados;

corazonadas que duelen.

No existía el cuestionamiento.,

así tenía que ser y fue.

Creían ser todo,

La realidad se volvía turbia,

cerdos en el lodo.

No estaban donde debían estar,

ni eran quienes creían ser.

Sigilosa sentencia,

silenciosamente aferrándose al destino,

de la inadvertidamente condenada alma.

Ten cuidado con lo que miras,

porque puede estar mirándote.

La realidad nos vuelve locos,

pedimos auxilio en sueños,

nos sentamos para descansar

sin apoyar enteramente los pies.

Caminamos lentamente

apretando los puños,

mientras oímos lo exterior,

sin escuchar lo que pensamos.

Vivimos muriendo,

lloramos riendo.

Controlamos nuestros impulsos,

negociamos con el deseo,

manipulamos los derechos,

fingimos,

idealizamos el olvidado honor.

Los rostros,

las malas costumbres,

las prisiones,

los dibujos hechos añicos en la basura,

la solidez en lo etéreo.

Estas letras,

estas manos,

querer, y no tener qué.

El miedo, el amor,

el olvido, el dolor.

Todo, es irónico.

Estar vivo y que tu estés muerto,

y por eso estar muerto y tú vivo,

es irónico.

¡Levántate!

No eres un mueble

Levántate

Sonríe

Crea

Haz

Finaliza

Comienza

Cree en tì

Levántate,

no eres un mueble.

Haz tu cama

Mantén ordenada tu cabeza,

una vez al día al menos

No te pierdas,

y si quieres perderte

asegúrate de poder encontrarte

Recuerda,

no olvides a propósito,

eso es hipocresía

Genera

Oye

Acepta

Escucha en silencio

Presta atención

Aprende

Equivòcate

Evoluciona

Crece

Ama

Ríe

Ríe

Y levántate,

que no eres un mueble

Eres un hombre

Sè un hombre

Eres una mujer

Sé una mujer

Eres un infante

Sé un infante

Porque eres

Eres alguien

El mundo depende de tì

Nada se hará solo

Estas sólo en el mundo

Todo lo que percibes es creado por tí

Creas mundos

No nos abandones

Piensa con claridad

Recuerda tu objetivo

Recuérdalo

Paciencia

Desea

Obtén

Gánate las cosas

Recibe

Rechaza

Recompénsate

Comienza

para poder terminar

Termina

para poder comenzar

No te des por vencido,

mas no luches batallas innecesarias

Levántate

No eres un mueble

Quiere,

Yo te quiero.

Barney

19/12/12

Te despreciaba
y aprendí a quererte.
Te amé
y aprendí a despreciarte.

Cuando entendí que nunca
habías estado conmigo,
te idealicé y busqué
desesperadamente.
Durante meses, años,
que parecían sólo un día,
tras otro y otro.

Nunca pensé que me cansaría,
nunca pensé que me hartaría
y no lo estoy;
es que te quiero.
Te deseo, te busco,
te necesito;
mutilaría mis oídos
por tenerte cerca.

Destruí mis memorias,
esperando encontrarte el rastro,
sin embargo lo encontré
en la ayuda a quienes viven en la calle.

Hubo otros momentos y lugares
donde, atónito, te encontré,
así entendí que nunca te tuve.

Fue en ese balcón a la nada
en Villarejo Periesteban,
en el vacío,
en la multiplicidad de la gente,
en largos edificios con infinitos balcones
que se desprendían a lo lejos,
en hojas cayendo,
en la mentira silenciosa en la que vivimos.

Quise detener en vano esos momentos;
de caminatas diurnas por puentes,
silenciosos cuchicheos de bibliotecas,
vacías charlas nocturnas,
deliciosos trazos de un lápices,
melodías de voces celestiales e instrumentos,
movimientos armoniosos de cuerpos poseídos.

Pero el tiempo no me esperó
y siempre te escabulliste de mí;
nunca fuimos uno,
eres hija del viento,
eres hija de los lobos,
eres hija de Odín.

El tiempo no espera,
y yo ya tampoco,
te busco cabalgando
en límites,
en horizontes reales, imaginarios,
que parecen sólo uno,
tras otro y otro.

Silenciosa soledad,
¿dónde estás?
Ven a mí.
Mi espíritu no sabe qué es la paz
descansar ya no consigo,
quiero pasar una eterna, aterradora,
además de libre e insonora
y verdadera, realidad contigo.

La música alegre genera un ambiente, la oscura tiene otro color, elige la que quieras escuchar mientras lees esta carta, verás como le dará un sentido, que puede ser otro.

Querida Eva\ Querido Isaias,

Mi Eva…\ Mi Isa…, no luches contra lo inevitable, no luchemos. Hay tanto para contar, tan poco para decir, y tiempo, lo que somos.

Salgamos de nuestras cabezas, la vida, era y sería tan diferente a la realidad con nosotros a nuestros respectivos lados. Nuestro tiempo juntos, nuestro preciado tiempo juntos, el sentido del mismo, mi cielo y mi tierra.
La vida contigo al lado era y sería indudablemente armoniosa, libre de minuciosas hirientes, natural y alegre, llena de vida. Contigo al lado, todo se siente como debe ser; como un héroe mitológico, que aprendiendo a luchar, avanza triunfalmente. Contigo al lado me siento un niño y el hombre que soy, ¡es que el tiempo mismo genera su propósito! Entonces entiendo lo que sucede, el tiempo, como un suceso constante, ejecutándose de una manera intachable, no obstaculizando, siendo parte de este invaluable proceso.

Entiendo un bien supremo e inexplicable, y éste es la amalgama, ¡la vibración de la armonía que siento cuando estoy a tu lado! Y entonces ocurre lo inesperado: “Todo esta bien”. Contigo al lado todo esta bien, respiro una motivación que me hacen querer ser mi mejor versión.

No es un ilógico desearte los mejores presagios y el amor más abundante. Quisiera intervenir sigilosamente en tus días, para asegurarme que seas la niña más feliz y la mujer más realizada. No sé cuantas vidas tenemos, entonces mantendré el mensaje sencillo, desnudaré mis honestas intenciones:
Quiero compartir contigo, crear, destruir, transformar, descubrir. Quiero que nos hagamos la vida más vivible, viviéndola. Quiero tener que ver contigo, desde que te vi; quiero que sepas que te quiero de maneras que aún no termino de comprender…,. Eres como una fresca oleada de agua que limpia un vidrio tras el cual brillan colores; y todo es una perfecta danza que nos hace apreciar y disfrutar la fortuna de lo que es.

Lo que quiero decir, es que quiero que bailemos más seguido, que nos cuidemos y alentemos, y que al menos vivamos en la misma ciudad. También que una vez cada tanto, nos tomemos de la mano, o pretendamos discutir. Sería inhóspito pasar lo que queda de mi infancia y vida adulta, sin Eva a mi lado. Se ve tan absurdo, e innecesario que la vida se vuelve insostenible. Quiero estar a tu lado, si estás de acuerdo, si me dejas.

La vida parece ser limitada, y va en contra de mi instinto animal dejar escapar el regocijo de esta sensación. ¿Como no serte honesto? ¿porque ocultar algo que hace tanto bien? ¿Como no estar orgulloso del cariño que te tengo? Hace que todo funcione.

Contigo sé que todo está y estará bien; y cuando ya no se nos vea, seremos recordados como los que no tenían miedo.

Todos conocemos a una Eva, la tenemos, ella nos tiene, sin coartar libertades somos parte del otro, porque nos tenemos el uno al otro; en un acuerdo tácito de amor, junto con la protección y respeto que conlleva esa palabra.

Las Eva son libres y salvajes, porque así es el amor, libre y salvaje.

I – El relator que no quería serlo

Alguien cree fuertemente que tenemos algo en común.

Has de saber, habrá un momento en el que me iré sin volver, vendrá otro en mi lugar. Finalmente seré el que cree, el que ama; dejaré de ser narrador para ser un personaje que no conoce su protagonismo, aunque mientras pueda contaré esta historia, lo sé.

Has de saber que he visto esa solución visual, es como una puerta abierta de otra forma, que susurra respuestas enigmáticas. Y ahora me desangro…, como las frutas, como los árboles, como el viento en las plumas de las aves.

Has de saber que está ocurriendo ahora lo inesperado pero obvio; soy viejo, estoy cansado y no tengo quien cuide de mí ni de mis huérfanos hijos. Está bien, he caminado con mi cabeza erguida, ejercido mi existencia, disfrutado de mi tiempo.

Las escenas parecen otras imágenes, entiendo que puedo ser lo que quiero ser, sabiéndolo. Reconozco el patrón, ¡está pasando! Los sonidos, las voces, las puertas, el inevitable miedo; todo está cambiando su significante. Solo veo un camino, una puerta, que empieza a obstaculizarse, alejándome cada vez más del camino a ella. Los cuadros torcidos, ya no pueden enderezarse, estoy del otro lado, soy otro, en un lugar diferente.

No olvides lo que he dicho, no olvidaré lo dicho.

Ha sido en verdad, un placer.

Adiós.

«… El corazón camina, heroico, indómito, orgulloso de su masoquismo, pareciera no cansarse de la masacre en la que vive, como si quisiera siempre jugar. Así como él no entiende que ya no es un niño, nosotros no entendemos que no tiene edad; y ninguno parece darse cuenta de su límite…»

Carta un atorrante a su amor valenciano

“Cuanta tinta tendrá mi cuerpo,

cuanto tardaré en desangrarme,

cuanto aguantarán mis ojos sin cerrarse

sabiendo que no le volveré a ver al abrirlos;

para que hacerlo,

si luego no estará.

Quisiera que esa mirada fuera eterna,

poder soñar con ella;

de cuando me desea,

ama, pilla, mata.

Esa mirada que puso,

cuando me sujetaba del brazo para no caer,

mas la tinta en mis muñecas resbalaba,

y las llamas en mi cuerpo nos quemaban.

Usted dolido, yo risueño,

pero ambos llorando en silencio,

desde lo más profundo de nuestra soledad,

en el sótano de nuestra miseria,

con las putas, nuestras hermanas.

Extraño su mirar,

su mirar en mi mira,

siente uno, que el cielo existe y le acompaña”.

Entonces se escuchó el grito de la gitana travesti.

– ¡Ay por Dios Maricarmen! ¡¿Que orterada de pandereta es eso?! Ponle un “extraño nos apretemos a gusto rey, besitos», y un corazon, una fotopolla o una carita feliz; si no se va a asustar. ¿Es que no te enteras alma de cántaro?, si ya sabe que tiene la leche, no va a querer ordeña’ la vaca.
No pixa…, no me llore mi niño, ¿no ve que el consuelo e’ que no hay?

Caminé por tu cuerpo, días, meses, esperando no encontrar rumbo; por lo que grata fue mi sorpresa al encontrarme a mi mismo, en la ausencia del destino y la extinción del tiempo.

En tu cuerpo buscaba olvido y encontré memorias, hilos de colores entrelazándose a kilómetros, años luz, mediante generaciones.

En tu cuerpo encontré una semilla intentando crecer entre espinas, quejosa reclamaba su prometedor sino. “El volcán no tiene la culpa de ser volcán, las espinas tampoco; lo que es, solo quiere ser”, le dije consolándola.

En tu cuerpo encontré supervivencia, justicia. Buscando escapatoria encontré un camino, entonces entendí que el escape es un imaginario; en ese momento me vi prisionero, cautivo, mas entusiasmado de estarlo. Y es que en tu cuerpo encontré reivindicación, trampas elaboradas en las que decidí caer, consecuencias, límites; vi el fantasma del miedo e inspirado por una repentina valentía le hice frente incitándole a que se muestre, pero solo respondió la brisa. En tu cuerpo encontré la verdad: el miedo no es real; fue así como en tu piel vencí mis temores.

En tu cuerpo me crucé con idiomas desconocidos, señales incomprensibles, lenguajes nuevos. Me vi a mi mismo, a gente juntarse en grupos y sonreír al encontrarse, danzar, reír, llorar. Vi acertijos en tus laterales, cubiertos por una fina capa claro oscura. Vi el mal en tu cuerpo, y como lidiabas con él en la pradera de tu cintura. Vi victorias de batallas luchadas contra ti mismo en tus ojos, heridas de guerra, sacrificios, y la dolorosa satisfacción del vencedor.

En tu cuerpo vi a un niño cuidando de un adulto, que silenciosamente guardaba cosas en una habitación. Encontré armonía en tu cuerpo, desafíos, calidez, seguridad; adversidades y paz.

Vi en tu cuerpo, una historia escrita con una misteriosa y admirable caligrafía, que invitaba a descifrar sus mensajes ocultos.

En tu cuerpo encontré cuestionamientos, voces que juzgando amenazantes cuestionaban mis elecciones, mi lugar en él, mi ser y estar; el caos generado por la duda, el desorden y la incertidumbre se adueñaban poco a poco de mí. Las estrellas en tus ojos me guiaron a un refugio en la oscuridad de tus axilas, dónde parecía no haber nada ni nadie; y allí te vi. Entonces lo que pensaba, lo que oía, lo que era real, el futuro, todo dejo de importar; en tu cuerpo decidí decidir quedarme.

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